Teniente general, gobernador de Luisiana durante la guerra angloespañola de 1779-83 y 49º Virrey de Nueva España en 1785-86.

Bernardo de Gálvez nació el 26 de julio de 1746 en el pueblo malagueño de Macharaviaya, hijo de Matías de Gálvez, teniente general y 48º virrey de Nueva España; sobrino de José de Gálvez, marqués de la Sonora, visitador de Nueva España, ministro universal de las Indias y consejero de Estado bajo el reinado de Carlos III.



Teniente General don Bernardo de Gálvez.

Bernardo de Gálvez, a ejemplo de su padre, eligió muy joven la profesión de las armas. En 1762, con 16 años, como voluntario y con la graduación de teniente de Infantería, tomó parte en la guerra contra Portugal, aliado de Gran Bretaña. España había entrado tardíamente en la contienda —cuyos resultados finales le serían funestos—, en virtud de su alianza con Francia, tras firmarse el Pacto de Familia entre Carlos III y Luis XV un año antes, para contrarrestar el poderío inglés en Europa y América. En 1763, la Paz de París puso término a la llamada Guerra de los Siete Años. Entre otras disposiciones, España se vió obligada a ceder a Gran Bretaña la Florida y las tierras situadas al este del río Mississippi; a su vez, Francia cedió a España la Luisiana. El perjuicio que supuso para España la pérdida de la Florida fue incalculable, al dar a su antagonista británico unos puestos en el golfo de México que por su importancia estratégica constituían una constante amenaza para la seguridad del virreinato de Nueva España, así como para el comercio y el transporte de caudales por dichas aguas.

En 1765, con 19 años, Gálvez fue destinado con el grado de capitán al Regimiento Fijo de Infantería de la Corona en el virreinato de Nueva España, al mando de Juan de Villalba. En octubre de 1770, con 24 años, fue nombrado comandante de las Armas de Nueva Vizcaya con destino en San Felipe el Real de Chihuahua, donde se distinguió en los numerosos combates mantenidos contra los indios apaches. Regresó a España en 1772 y fue destinado, con 26 años, al Regimiento de Cantabria, en Pau (Francia), en el que iba a servir tres años. El aprendizaje del francés le sería de gran ayuda para su ulterior destino en Luisiana. En 1775, a su regreso de Francia, se incorporó con 29 años al Regimiento de Infantería de Sevilla. Ese mismo año participó con el grado de capitán en la desastrosa expedición de Argel, bajo el mando de Alejandro O’Reilly. Durante los combates resultó herido de gravedad, pero resistió al mando de la Compañía de Cazadores a su cargo hasta dar cumplimiento a la operación que le había sido encomendada. En recompensa, fue ascendido a teniente coronel y destinado a la Academia Militar de Ávila, mientras se reponía de sus lesiones.

Al año siguiente, el 22 de mayo de 1776 fue nombrado coronel del Regimiento Fijo de Luisiana con destino en Nueva Orleans, y el 19 de julio, gobernador interino de la provincia de Luisiana, gobernada desde 1770 por Luis de Unzaga y Amézaga; tenía 30 años, y en aquellas tierras la guerra de Independencia de los Trece Colonias había comenzado el año anterior.

Desde que tomó posesión como gobernador, el 1 de enero de 1777, Gálvez desplegó una intensa actividad dirigida a contrarrestar la amenaza británica en los dominios españoles, mientras que prestaba una decidida y eficaz cooperación a la causa de los rebeldes norteamericanos. Entre otras aportaciones, envió numerosos cargamentos Mississippi arriba con armas, municiones, mantas y medicamentos destinados a los ejércitos independentistas, a los que auxilió de este modo en batallas tan decisivas como la de Saratoga, en ese mismo año. Dio asilo a numerosos colonos americanos que huían de las tropas inglesas e inició así una ingente labor que habría de convertirle en uno de los máximos y más eficaces aliados de los Estados Unidos en su guerra de independencia. La contribución española sería determinante para decidir el conflicto, tal como lo proclamó reiteradamente ante el mundo el propio general George Washington.

En 1779, Gálvez fue ascendido a brigadier y nombrado gobernador en propiedad de Luisiana, con tal solo 33 años. Según informes secretos, los ingleses se preparaban para invadir la provincia y atacar Nueva Orleans. Gálvez dispuso que se reforzasen sus defensas. El 21 de junio tuvo lugar la declaración formal de guerra del rey Carlos III al rey de Gran Bretaña, en lo que sería la guerra angloespañola de 1779-83, conocida también como la segunda guerra del III Pacto de Familia entre España y Francia. Gálvez decidió tomar la ofensiva y sorprender a los ingleses en sus puestos y fortificaciones, sin esperar los refuerzos provenientes de La Habana, Capitanía General de la que dependía Luisiana. Las órdenes llegadas de España precisaban: “Todos los esfuerzos deben dirigirse a arrojar las Armas inglesas de Pensacola, la Mobila y demás puestos que ocupan sobre el río Mississippi”.

A partir de aquí las actividades y los esfuerzos de Galvez cubrieron de éxitos a las armas españolas en la campaña de las Floridas contra los británicos, pues logró expulsar a los ingleses del valle del Mississippi en 1779, lo que le valió el ascenso a mariscal de campo, y les conquistó las plazas de Mobila y Pensacola en 1780 y 1781 respectivamente. Gracias a Bernardo de Gálvez, España recobraba la Florida Occidental y no quedó ninguna posesión británica en el golfo de Méjico. El éxito se remató con la conquista de las Bahamas en 1782 por le teniente general Juan Manuel Cagigal, gobernador de Cuba, y los logrados por su padre, Matías Gálvez, gobernador de Guatemala, en Costa Rica y Honduras contra los británicos.



El mariscal de campo don Bernardo de Gálvez al frente de sus tropas en la toma de Pensacola (Ferrer Dalmau).

Poco después de la conquista de Pensacola, Gálvez fue ascendido a teniente general con 35 años y nombrado caballero pensionado de la Real Orden de Carlos III. El Monarca decretó que la bahía de Pensacola se nombrase en lo venidero bahía de Santa María de Gálvez y que para perpetuar la heroica acción con que Bernardo de Gálvez había forzado solo la entrada de dicha bahía “pusiese por timbre en el escudo de sus armas el bergantín Galveztown con el mote Yo Solo”. Asimismo, fue nombrado gobernador y capitán general de Luisiana y la Florida Occidental, erigidas en provincias independientes de Cuba, y comandante en jefe del Ejército de Operaciones en América. En 1783, a petición de la provincia de Luisiana, el Rey le otorgó el título de conde de Gálvez.

Tras una ausencia de ocho años, Gálvez regresó a España en 1784. Durante su estancia en Madrid fue llamado a consulta con frecuencia por el Gobierno: España se enfrentaba a graves problemas políticos en América del Norte de resultas de la paz firmada con Gran Bretaña en 1783, como eran, entre otros, las cuestiones de límites, la libre navegación por el Mississippi, la inmigración americana en territorio español o las relaciones con los indios. En octubre, Gálvez fue nombrado capitán general de Cuba, con el mando asimismo de Luisiana y las Floridas. Sus conquistas habían determinado en gran medida que España conservase la Florida Occidental y que Inglaterra le cediese la Florida Oriental.

Gálvez mantuvo una estrecha colaboración con Diego de Gardoqui, primer representante español ante el Gobierno de los Estados Unidos, en calidad de encargado de Negocios. Según las órdenes recibidas, Gardoqui debía atenerse a los consejos de Gálvez, estableciendo un correo regular entre ambos y entregándole copia de la cifra utilizada entre el Ministerio y él. En una de sus cartas, Gálvez le indicaba que recordase al Gobierno norteamericano los servicios prestados por España en su lucha por la independencia “como los únicos derechos que tienen en el Mississippi, pero derechos de gratitud hacia nosotros y no de usurpación”.

Estando de gobernador en Cuba, Bernardo de Gálvez fue nombrado virrey de Nueva España en 1785, como sucesor de su padre, Matías de Gálvez, fallecido en la ciudad de México. llegó a Veracruz el 26 de mayo de 1785 y entró solemnemente en la Ciudad de Méjico a mediados de junio del mismo año. Bernardo de Gálvez era de trato sencillo, amable y franco. Se presentaba en público en una carretela de dos caballos, descubierta, que muchas veces él mismo conducía; asistía a las corridas de toros y a romerías y fiestas públicas, siendo recibido con grandes muestras de alegría y aplausos.

En su nuevo destino, el virrey tuvo como primer objetivo la lucha contra dos terribles males que asolaban desde el año anterior al pueblo mexicano: la escasez extrema de víveres en todo el territorio, debida a la pérdida casi total de las cosechas, especialmente de maiz y frijoles, y la epidemia de peste que había atacado a la población, causando innumerables muertes. Entre otras medidas dispuso el aislamiento de los enfermos para evitar contagios, el internamiento y la medicación gratuita a los pobres en los hospitales. Para auxiliar a los miles de mexicanos que habían abandonado sus hogares en el campo y acudido a las ciudades en busca de alimento, Gálvez nombró una junta permanente encargada de socorrerlos, contando para ello con la aportación de las primeras fortunas del país. Por su parte, ordenó que se acogiese en los patios del palacio virreinal a cuantos necesitados cupieran y destinó casi medio millón de pesos de su propio patrimonio a ayudas.

Como hombre de la Ilustración, Gálvez fomentó las obras públicas para dar trabajo a la gente; reconstruyó el castillo de Chapultepec, que era una casona abandonada; comenzó la instalación del alumbrado público y la construcción de las torres de Catedral, así como la continuación de las obras del camino a Acapulco. Como supiera que los indios eran llevados a ese trabajo a grandes distancias y sin abonarles jornal, dispuso que se impidiesen tales abusos. Se ocupó de intensificar las labores en los campos, para aumentar la producción y evitar la escasez de maíz y frijol, que continuaba. Difundió la nueva vacuna contra la viruela; dictó también varias disposiciones importantes para el mejor gobierno de las provincias de Sonora, California, Nueva Vizcaya, Texas, Nuevo México y Coahuila.

El carácter del virrey, su talento, su humanidad, su llaneza y simpatía, así como su cercanía a los problemas de la población indígena, le granjearon en poco tiempo gran popularidad, que compartió con su esposa, Felicitas de Saint-Maxent. Los elogios a la joven virreina eran unánimes; de ella diría Alexander von Humboldt que era “tan hermosa como amada de todos”, y el historiador de Luisiana Charles Gayarré la describía como “una señora de sobresaliente agrado y tan caritativa, graciosa y benévola como bella”. Hizo que su hijo, que era todavía un niño, sentase plaza como soldado en un regimiento y con ese motivo dio una magnífica fiesta en la azotea de palacio. En cierta ocasión, dirigiéndose el virrey, montado a caballo, a reunirse con la Audiencia, se encontró con una escolta que llevaba a tres reos al patíbulo; suspendió la ejecución y después obtuvo su libertad.

La Nueva España estaba muy satisfecha con el virrey y lo supo el ministro Floridablanca, quien lo felicitó y lo hizo Subdelegado de Correos, Postas y Estafetas, al mismo tiempo que le otorgó una partida de dinero para reforzar las guarniciones de las Provincias Internas y combatir a los indios bárbaros que cometían muchas depredaciones. Sin embargo, la Audiencia no estaba de parte del virrey, que califica de "poco formal" el carácter del virrey; hizo saber que la popularidad de Gálvez era sospechosa y que hasta podría alzarse contra el rey en la Nueva España. La Corte reprendió al virrey severamente, lo que hizo que se convirtiera en un ser melancólico y huraño.

A pesar de todo, el prestigio y el poder del virrey conde de Gálvez no tenían rival en aquellas inmensas posesiones de la Corona española en América. Pero desgraciadamente tuvo un fin prematuro: empezó a sentirse enfermo, dejó de salir y estuvo en cama. Una enfermedad nerviosa, probablemente de origen hereditario, lo llevó a la tumba el día 30 de noviembre de 1786 con 40 años de edad, en la flor de la vida. Murió en el palacio arzobispal de Tacubaya; su cuerpo fue trasladado a la ciudad de Méjico para ser sepultado en la iglesia de San Fernando.

En su testamento dejaba herederos a sus dos hijos y al que estaba próximo a nacer; recomendaba su viuda al ministro de Indias, marqués de la Sonora, tío suyo, y hacía hincapié en que Felicitas fuese a vivir con sus hijos a España, donde era su voluntad que se educasen. Su pérdida fue muy sentida en ambos reinos. Gálvez dejó una huella perdurable de su mandato por los aciertos que lo acreditaron como gobernante ilustrado y liberal. El triunfo alcanzado sobre Gran Bretaña había sido a su vez la hora culminante de su carrera en las armas. La singularidad de su hazaña se vería reconocida por Carlos III y proclamada en todos sus dominios.



Retrato del teniente general don Bernardo de Gálvez, colocado en el Capitolio del Congreso de los Estados Unidos de América el 9 de diciembre de 2014, después de 231 años en que el Congreso Continental así lo decidiera en 1783.

Bernardo de Galvez realizó una ingente labor que habría de convertirle en uno de los máximos y más eficaces aliados de los Estados Unidos en su guerra de independencia. Finalmente, se demostraría que la contribución española sería determinante para decidir el conflicto, tal como lo proclamó reiteradamente ante el mundo el propio general George Washington. En el Congreso Continental celebrado en 1783, los padres fundadores de los Estados Unidos de América decidieron honrar su memorial con la instalación de su retrato en el Capitolio. Aquella resolución no se cumplió hasta 231 años después, cuando su retrato fué colocado el 9 de diciembre de 2014 y el Congreso aprobó la concesión de la nacionalidad honorífica de los Estados Unidos a Bernardo de Gálvez. Cabe señalar que esta distinción sólo se ha concedido hasta la fceha a siete personas, siendo Winston Churchill la primera de ellas.



  • Biografía de Bernando de Gálvez en el sitio web de la Real Academia de la Historia.

  • Orozco Linares, Francisco. Gobernantes de Méjico. Panorama Editorial. Méjico. Primera edición, 1985. Decimoquinta reimpresión de la tercera edición, 2004. Página 157 y ss (Libro de lectura online).