"Deshágase Vuestra Majestad de todas las posesiones que tiene sobre el continente de las dos Américas; colóquese a un infante de España en el trono de Méjico, ciña otro la corona del Perú, sea el tercero rey de la Costa Firme, y Vuestra Majestad tome el título de emperador, con calidad de jefe de la familia ... así se establecerá una unión íntima entre las cuatro coronas..."
(Informe del conde Aranda dirigido al rey Carlos III en 1783).
La caida de la monarquía española en 1808 provocó una primera oleada revolucionaria a partir de 1810. En el Virreinato de Nueva España, los sacerdotes Morelos e Hidalgo condujeron la insurrección. En el Sur estallaron movimientos separatistas animados por Miranda y Bolivar en el Virreinato de Nueva Granada, O'Higgins en la Capitanía General de Chile, del Virreinato del Perú, y Belgrano en el Virreinato del Río de la Plata. Pero las disensiones internas entre los rebeldes y el fin de la guerra en la Península permitieron restablecer la soberanía española en todos los territorios, excepto en los del Río de la Plata.
En 1817 se reanudaron las rebeliones: San Martín liberó Chile y Perú; Bolívar conquistó los tres territorios del Virreinato de Nueva Granada federándolos en una "Gran Colombia"; Iturbide proclamó la independencia del Virreinato de Nueva España como nuevo Imperio de Méjico en 1821.
Las esperanzas de recuperar los territorias coloniales para la corona española se desvanecieron con la sublevación del teniente coronel Riego, quien impidió la partida del Ejército Expedicionario acampado en Andalucía en espera de cruzar el Atlántico. La guerra civil entre constitucionalistas y absolutistas que dió comienzo en España tuvo su reflejo en las colonias americanas, en detrimento del poder real.
En Brasil, el príncipe Pedro, heredero del trono portugués, evitó la revolución al aceptar la corona imperial.
La afirmación de las tendencias centrífugas en América del Sur hizo fracasar el sueño federalista de Bolívar en el Congreso de Panamá (junio-julio de 1826): la Gran Colombia se vió privada primero de Venezuela, y después de El Ecuador. En 1839 las "Provincias Unidas de América" se fragmentaron en cinco repúblicas (Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica) a las que se sumó Panamá en 1903.