El 16 de marzo de 1762 los reyes Carlos III y Luis XV solicitaron al rey de Portugal, José I, que se uniese a su alianza. Ante su negativa y su declaración de neutralidad, que en la práctica significaba su apoyo a la causa británica, con quienes estaban unidos desde la guerra separatista contra España de 1640, retiraron sus embajadores de la corte lusa y se prepararon para la inmimente campaña. El rey nombró al teniente general Nicolás de Carvajal y Láncaster, Marqués de Sarriá, de 66 años, como comandante en jefe del ejército español para esta campaña, en contra del parecer de su ministro de Estado y de Guerra, Ricardo Wall, que prefería a Pedro Pablo Abarca de Bolea y Ximénez de Urrea, conde de Aranda.
El plan original español era tomar la plaza fronteriza de Almeida y avanzar hacia Lisboa y el Alentejo. Como la reina de Portugal, María Victoria de Borbón, era hermana de Carlos III, el ejército debía avanzar evitando daños a la población y a las instalaciones portuguesas. El rey confiaba en obtener una rápida victoria, pues conocía el mal estado operativo del ejército portugués, practicamente desmantelado. Sin embargo, el marqués de Sarriá decidió antes atacar desde Galicia para tomar Oporto. A tal efecto, el 1 de mayo de 1762 un ejército español de unos 22.000 hombres cruzó la frontera de Trás-os-Montes con la excusa de garantizar la defensa de la costa portuguesa ante un posible desembarco británico. Ante la invasión española, el rey de Portugal declaró la guerra a España y Francia el 18 de mayo.
El 8 de mayo la plaza de Miranza de Douro cayó en manos españolas gracias a la explosión de un polvorín que causó numerosos muertos. Las plazas de Chaves, Braganza, Moncorvo y Vimioso fueron las siguientes en caer. Sin embargo, el avance del ejército español no fue frenado por el portugués, sino por los paisanos, que se erigieron en el baluarte de la independencia portuguesa, atravesaban troncos y rocas en medio de los caminos para impedir el paso de los invasores, iniciaron una guerra de guerrillas aprovechando el terreno montañoso del país y prácticamente cortaron las lineas de comunicación del ejército con España.
A modo de ejemplo, los paisanos de Chaves emborracharon a soldados españoles fingiendo amistad para luego asesinarles, y provocanto tal pánico entre los soldados que se encontraban en Chaves y sus alrededores durante la guerra que no se atrevían a salir solos. en Alfaites, no lejos de Ciudad Rodrigo, los paisanos se organizaron para tratar recuperar la fortaleza y expulsar a los españoles, aunque fracasaron en el intento; el 3 de agosto los paisanos de Navasfrías acorraló un piquete del regu¡imiento de milicias de Palencia, mataron a tres soldados y expulsaron a los que se habían refugiado en la iglesia; en el norte del país los portugueses cortaban orejas a los españoles, y se decía que se comportaban como los iroqueses, amputando manos, orejas y narices[01].
Mientras esto ocurría, un ejército expedicionario británico de unos 7.000 soldados al mando del conde de Schaumburg-Lippe desembarcó en Lisboa y se dedicó a reorganizar completamente el ejército portugues. Finalmente, el marqués de Sarriá, enfermo y cansado, renunció a su cargo. Carlos III hizo venir al conde Aranda de la corte de su suegro el rey de Polonia, donde había ido nombrado embajador por el propio Carlos III hacía tan solo un par de años, para que se reintegrara al ejército y se hiciese cargo de la dirección de la campaña contra Portugal.
El Ejército de Observación de Ciudad Rodrigo se puso a las órdenes del teniente general Francisco Javier de Lanzós y Taboada, conde de Maceda, para concentrarse en la frontera de Castilla. El fuerte de la Concepción y la plaza de Ciudad Rodrigo sirvieron como base de partida del ataque a la plaza portuguesa de Almeida, situada a 11 km de distancia del fuerte español. Las operaciones comenzaron en el mes de mayo con el sitio de la plaza, que duró dos meses sin conseguir su conquista. En los reconocimientos participó el Ingeniero en segunda don Agustín Crame. En el ejército del conde de Maceda iban también integrados los ingenieros José de Hermosilla y D. Esteban Peñafiel, quienes levantaron sendos planos de Almeida y su conquista, así como de la comarca una vez firmada la paz. El ejército del conde se aumento hasta alcanzar unos 42.000 soldados españoles y franceses que se pusieron al mando del conde de Aranda, quien logró finalmente tomar Almeida el 25 de agosto.
Un tercer ejército estaba concentrándose en la Valencia de Alcántara para penetrar en la provincia del Alentejo, pero el nuevo luso-británico atacó en esta frontera y penetró en territorio español. Los españoles reaccionaron expulsando al enemigo y entrando en Portugal, tomando las plazas fronterizas de Ouguela y Marvao, pero su avance fue detenidos en las montañas del este de Abrantes y lograron detener la invasión hispano-francesa. Mientras tanto, la guerrilla popular portuguesa seguía atacando a los soldados invasores. Un cuerpo portugués al mando del general británico Townshend hizo un movimiento para atacar la retaguardia española, obligando al ejército hispano-francés a retroceder hasta Castelo Branco. Finalmente, esta ciudad fue atacada por el ejército luso-británico y capturó un gran nñúmero de españoles heridos y enfermos que el conde de Aranda tuvo que dejar en la ciudad mientras se retirada con el resto de su ejército. Según fuentes británicas, los borbónicos perdieron unos 30.000 hombres por enfermedades, hambre, deserciones y muertes causadas por los guerrilleros campesinos portugueses[02]. En la persecución de los borbónicos, un cuerpo luso-portugués cruzó la frontera y entró en La Codosera, donde hizo varios prisioneros.
Finalmente, el 24 de noviembre el conde de Aranda solicitó un alto el fuego, que fue aceptado por los portugueses y británicos y firmado por el conde de Schaumburg-Lippe el 1 de diciembre de 1762.
NOTAS:
[01] Martín Marcos, op. cit.
[02] Sitio web de Wikiwand sobre la Invasión española de Portugal en 1762.