Inicio de los trabajos de construcción de las primeras baterías y de los primeros cañoneos y bombardeos contra la ciudadela de Mesina.
El 31 de julio el marqués de Lede visitó los castillos de Castelazo y Matagrifón, recién tomados al enemigo, y luego hizo su entrada en el Palacio Real de Mesina como virrey de la isla, siendo aclamado por los habitantes de la ciudad; al anochecer regresó de nuevo a su cuartel general en el convento de Santa María de Jesús.
El 1 de agosto el jefe de escuadra Fernando Chacón llegó a aguas de Mesina procedente de Cerdeña con un convoy de 190 barcos de transporte y con el grueso de la flota española que había partido de Palermo el 18 de julio. Pasado el sitio de Santa Ágeda, ancló frente a la playa de Santa María de Lorenzo, junto el resto de la flota llegada días antes, y desembarcó allí las tropas que transportaba.
Ese día ocurrió un hecho imprudente que pudo haberse evitado: el jefe de escuadra don Baltasar de Guevara, al mando del navío San Luis, y el capitán de altobordo don Francisco Guerrero, al mando del navío San Juan, partieron rumbo a Malta, con objeto de recoger allí las galeras de Sicilia, que se habían acogido en este puerto desde Siracusa desde que tuvieron noticia de la llegada de los españoles a Palermo. Como ya habían advertido algunos, el Gran Maestre de la Orden de los Caballeros Hospitalarios, el catalán Ramón Perellós y Rocaful, que era simpatizante de la causa de los Habsburgo, se negó a entregar las galeras, y como Guevara no llevaba tropas suficientes para forzar la entrega, tuvo que regresar sin ellas.
El 26 de julio habían comenzado los trabajos de fabricación de faginas, cestones y piquetes, muchos de ellos realizados por paisanos que fueron contratados a precio regular. El 1 de agosto fueron trasladados por un gran número de gastadores hasta el pie del baluarte de Don Blasco, en el extremo de la muralla lindando con el mar, así como bombas y muchos efectos necesarios para comenzar a construir en el lugar una primera batería de morteros para batir la ciudadela (número 13 del mapa de Mesina), que al advertirlo comenzó a disparar sin grandes efectos contra el sitio.
La ciudadela de Mesina era una fortificación abaluartada edificada junto a la ciudad, interrumpiendo con su presencia el paso hacia la franja de tierra pantanosa en forma de media luna que cerraba el puerto de Mesina por el este. Tenía forma pentagonal, con cinco baluartes, dos contraguardias y dos revellines. Siguiendo las agujas del reloj, su disposición era la siguiente:
El baluarte de San Esteban era el más próximo a la ciudad y a las aguas exteriores del mar; para su defensa de ataques procedentes de la ciudad, delante tenía la contraguardia de San Esteban.
El baluarte de San Carlos era el más próximo a la ciudad y a las aguas interiores del puerto; para su defensa, delante tenía la contraguardia de San Carlos.
Entre ambas contraguardias, y cara a la ciudad, se erigía el revellín de Santa Teresa.
El baluarte de Corumberg era el que estaba orientado hacia el interior del puerto.
El baluarte de San Francisco Javier estaba orientado hacia la península de terreno pantanoso que cerraba el puerto por el este.
El baluarte de Santiago estaba orientado hacia las aguas exteriores del mar.
Entre los baluartes de San Francisco Javier y Santiago estaba el revellín de la Gracia, orientado hacia la península de tierra de cerraba el puerto por el este.
El 2 de agosto continuó el desembarco de las tropas, artillería y municiones llegadas de Cerdeña en la playa de Santa María de Lorenzo; se formó un parque de artillería a las afueras de la ciudad, en el llano del hospital de Santa Lucía, delante del baluarte de Don Blasco; ese día comenzó la construcción de una segunda batería de seis morteros no lejos de la anterior, en las murallas de Don Blasco (número 10); ambas baterías estaban protegidas por una fuerza de dragones desmontados.
El 3 de agosto la primera batería de morteros disparó de tal forma que mantenía de continuo doce bombas en el aire; el ataque cogió desprevenidos a los piamonteses, que sufrieron más de 100 soldados muertos o heridos, según informaron algunos desertores. El 4 de agosto la segunda batería de morteros comenzó sus disparos, manteniendo 18 bombas continuamente en el aire, para agrado y esparcimiento de los vecinos que acudían a ver el espectáculo; los cañones de la ciudadela y del fuerte del Salvador dispararon a su vez, sin efectuar daños. Los cañones de este último se dirigían también contra el llano de Santa María de Jesús, que tenían enfrente, lugar donde el marques de Lede tenía su cartel general y en cuyas cercanías se encontraba el campamento del ejército español. Al amanecer del 5 de agosto abrió fuego una batería de seis cañones que se había construido frente la puerta de Pertugio (no he podido localizarla); no disparaba contra ningún objetivo concreto, sino que lo hacía para cansar a la guarnición enemiga. La tónica de los siguientes días fue la misma de intercambio de disparos de cañón y mortero.
El 8 de agosto un oficial alemán procedente de Nápoles, posiblemente un oficial de Ingenieros, logró introducirse en la ciudadela para discutir con el marqués de Andorno las necesidades de defensa de la ciudadela. También llegaron las noticias de lo que estaba ocurriendo en el mar.
FUENTES:
Bacallar y Sanna, Vicente. Comentarios a la guerra de España, e historia de su rey Phelipe V, el Animoso, Tomo II. Biblioteca Nacional de España. 456 páginas, 31,6 MB.
Guzmán-Dávalos y Spínola, Jaime de, marqués de la Mina. Planos de la guerra de Cerdeña y Sicilia. Biblioteca Nacional de España. MSS 6408. 80 páginas, 17,2 MB.
Guzmán-Dávalos y Spínola, Jaime de, marqués de la Mina. Expedición de Cerdeña y Sicilia. Biblioteca Nacional de España. MSS 10524. 846 páginas, 122,9 MB.