El mariscal de campo D. Pedro Adorno tenía el mando de la Segunda División del Ejército de Levante que mandaba el Teniente General conde de Cervellón. La Junta de Valencia le ordenó defender el desfiladero de Las Cabrillas e impedir el acceso del mariscal Moncey a la planicie valenciana.

El general Adorno decidió desplegarse no en el desfiladero sino en el río Cabriel, donde tomó posiciones en los tres puentes que lo cruzaban. Tras el desgraciado combate del puente del Pajazo, el general Adorno lo dió todo por perdido, y en vez de retroceder al desfiladero con la mitad de su división (unos 4.500 hombres), decidió cruzar el río con sus tropas en busca del general Llamas, abandonando de esta manera la defensa de Las Cabrillas a la improvisación de otros esforzados patriotas.

La conducta del general fue juzgada ignominiosa y se le condenó a la separación del servicio en 1.810.