Archivo Histórico Nacional, Madrid. Legajo 1517, Expediente 1.

DECLARACIÓN DEL TESTIGO RAFAEL MARTÍNEZ MALDONADO.

(Folios 254 al 257 de la Causa General, folios 13 al 19 del Ramo nº 12)

En Madrid a ocho de Mayo de mil novecientos cuarenta, ante este Juzgado compareció el testigo anotado al margen, el cual fue enterado del objeto de su comparecencia, de la obligación que tiene de decir verdad, y de las penas en que incurre el reo de falso testimonio, siendo promesa con arreglo a su clase, y

Preguntado por las generales de la Ley, dijo: Llamarse como queda dicho, de cincuenta y dos años de edad, de estado casado, natural de Málaga, de profesión Teniente Coronel Primer Jefe del Regimiento de Transmisiones de El Pardo, que ... ha sido procesado, y con domicilio en San Bernardo 112, y que no le comprenden las demás.

Preguntado, manifiesta: Que se encontraba destinado en el Regimiento de Transmisiones de guarnición en El Pardo, sorprendiéndole el Movimiento con la graduación de Comandante.

En el Cuartel se establecieron contactos con otras Unidades para estar unidos ante la proximidad de un posible Alzamiento Militar. Con ocasión del entierro del Alférez de la Guardia Civil, Sr. Reyes, el Capitán Sistue al invitársele a que asistiera con sus compañeros se negó a hacerlo, yendo la mayoría de los Jefes y Oficiales del Regimiento.

Pocos meses antes del Alzamiento Nacional, para evitar suspicacias, y poder establecer contacto con los Regimientos de Artillería de Vicálvaro y Getafe se organizaron partidas de fútbol y otras fiestas. Por medio del Comandante Ortiz de Zárate, del Parque de Aeroestación de Gualajara, enlazaba con esa unidad.

Como no podían dormir en el Cuartel más Jefes y Oficiales que los que estuviesen de servicio, pocos días antes del Movimiento decidieron, de acuerdo con el Coronel, el Comandante Gazapo, el Teniente Hilario Novo, el Teniente Amel, hoy Capitán y el declarante, irse a vivir a una casa próxima, en el Monte de El Pardo, llamada Langarilla, cuyo guarda era de confianza, teniendo además enlace telefónico con el Cuartel.

El Jefe del Regimiento, Coronel D. Juan Carrascosa Revellac, era persona absolutamente afecta, así como la casi totalidad de los Jefes y Oficiales, pues aún los que estaban con permiso acudieron, faltando solo el antes citado Capitán Sistue. Las Clases en su mayoría eran afectas y solamente el suboficial García Malo y el Sargento Quirós, en el viaje hacia la Sierra les hicieron traición, huyendo el primero en Colmenar y el segundo en el empalme de la carretera de Cercedilla. La tropa, unos cuatrocientos hombres, tenía magnífico espíritu.

Como armamento solo había quinientos mosquetones con su dotación reglamentaria y aparte de coches ligeros disponían de veinticuatro camiones.

Recibida la orden de acuartelamiento se incorporaron al Cuartel esperándose las instrucciones de Madrid, donde se rumoreaba estaría una de las Jefaturas del Movimiento.

El dia 18 se procedió a desarmar a milicianos que pasaban en camiones por las proximidades del Cuartel ocupándoseles armas de caza, pistolas y algún mosquetón.

Con ocasión de captarse en la Radio que había en el patio del Cuartel, la noticia, que luego se supo falsa, de que el Generalísimo había desembarcado en la Península, la tropa de la cía. reaccionó con gran entusiasmo.

El dia 19, con pretexto de que por el Regimiento se cuidaba y atendía la red óptica y radiotelegráfica de los cantones se envió, con el fin de enlazar con aquellos y a pretexto de recorrer las estaciones, a los Tenientes PRADOS y Rodríguez Cobos, los que al llegar a Prado del Rey avisaron que había muchas milicias, que no creían poder pasar, ordenándoles el Coronel que se hicieran fuertes en la estación a pesar de no depender de ellos.

En vista de la actitud sospechosa que se observaba en el pueblo de El Pardo se ordenó fuera reforzada la guardia.

En la tarde del 19 (?) Largo Caballero fué a ver a su hijo que era soldado en el Regimiento. Se pensó por algunos Oficiales apoderarse del del citado Sr. pero los Jefes les hicieron ver que todo Madrid se les echaría encima y no se conseguiría nada.

El dia 19 por la tarde, se puso el Cuartel en estado de defensa quedando la Fuerza preparada, pues se vieron grupos en las proximidades del Cuartel.

El dia 20, al no recibirse el suministro de pan, llamó el Coronel al General de la División, que resultó ser Riquelme, el cual le llamó la atención por haber detenido y desarmado las milicias, diciéndole que eran milicias del pueblo armadas por el Gobierno, también le chocó que no estuvieran enterados de su nombramiento anunciándole que le enviaría el pan. A las ocho y media de la noche llegó un camión con el suministro, escoltado por milicianos. El Coronel encomendó al declarante que se hiciera cargo del mismo fuera del Cuartel y que no dejase entrar dentro a las milicias; éstas no hicieron por entrar, y viendo que dos de ellos eran de El Pardo y conociéndolos por llevar el declarante mucho tiempo allí destinado, entre otras cosas le dijeron que la consigna para circular aquella noche por Madrid era "Asturias nº 1" que luego les había de ser muy útil.

No tenían comunicación telefónica con Madrid más que cuando allí querían dársela por lo que carecían de informes sobre lo que allí ocurriese, viendo algunos de los Oficiales, desde el monte del Cristo, de El Pardo, los bombardeos, pero ignorando el resultado. Quedó aquella noche de Jefe de Cuartel el Teniente Coronel Hernández Vidal, hoy Coronel. A las doce de la noche, les llamó por teléfono el Comandante de Transmisiones que en sustitución del Comandante Mas, había puesto el Gobierno. Este Comandante, Fernando Peña, quiso hablar con el Coronel, pero éste se negó poniéndose al teléfono el Comandante García González, el cual manifestó que le había dicho Peña que era menester que tomasen una actitud decidida, que se habían ya rendido, el Campamento, Los Cantones y la Montaña y que si no hacían un acto ostensible de adhesión, que les bombardearían y atacarían; García González le contestó que aquella noticia sería verdad, o podía ser mentira ofreciéndole aquel que se pondría al teléfono el General D. Leopoldo Jiménez, persona que era conocida en el Regimiento, por haber sido antes Jefe del mismo, como no se le encontrase se puso el Ayudante de aquel, Comandante Espinau, que solo le dijo "desgraciadamente, es verdad".

El Teniente Coronel Hernández Vidal les reunió y les dijo que en vista de estas noticias y de que no cabía hacer nada útil en Madrid y en el Pardo, que la solución era marchar hacia Segovia; esta idea había salido de la Oficialidad, y así se acordó despues de una reunión en que el Coronel dijo a los Jefes si se aceptaba la sugerencia y todos la aceptaron sin ninguna duda. Los Oficiales habían ya repostado y preparado los camiones. Inmediatamente los Capitanes formaron las compañías y algunos inclusive les dirigieron la palabra diciéndoles que se sublevaban y que marchaban a unirse al Ejército Nacional, que ya habían oido por la Radio que el Gobierno del Frente Popular les habían licenciado y que por tanto el que no quisiera ir, que se fuese, sin que ninguno se echase atrás. El Teniente Coronel Hernández Vidal, como Jefe de Cuartel y acompañado por el declarante, fué al cuarto de suboficiales donde les dirigió la palabra, aceptando todos, si bien luego en el camino se escaparon García Malo y Quirós.

Se recogió el estandarte, armamento, municiones, dinero y documentación, inutilizándose el material móvil sobrante, que quedó barrenando la carretera y en el preciso momento de salir el Coronel le encargó la dirección de la marcha hasta enlazar con el Ejército Nacional.

Se inicia la marcha a las cuatro de la madrugada con el siguiente itinerario, que propuesto por el declarante fué aceptado: El Pardo, Torre la Parada, Goloso y salir por la portillera de este Cuartel del monte de El Pardo al empalme de la carretera de Colmenar, cruzar este pueblo, Hoyos de Manzanares, Torrelodones, Villaba, Puerto de Navacerrada, La Granja.

Antes de salir y durante la marcha quedó encargado el Teniente Constancio Jiménez Gayo, muerto luego luchando con el Ejército Nacional, de cortar todas las comunicaciones de El Pardo y de Colmenar.

Como director de la marcha montó en el primer camión llevando como Ayudante al Teniente Nava; al salir por la portillera de El Goloso, que estaba cerrada, el Guarda no quiso abrir, descerrajándola con un machete el Teniente José Vega; en la carretera de Colmenar cruzaron con numerosos coches ligeros con milicias, engañándoles como habían hecho en El Pardo, donde inclusive dieron vivas a la República y frente popular levantando el puño. Al llegar a Colmenar hubo que parar por estar cortada la carretera con unos troncos de árboles, le rodearon unos cuatrocientos o quinientos milicianos pidiendo les explicase donde iban, consiguiendo el declarante convencerles de que marchaban por orden del Gobierno o ocupar el Puerto de Navacerrada, en vista de lo cual quitaron los troncos, parándoles al cruzar el pueblo el Alcalde, que les volvió a pedir explicaciones diciendo que tenía que consultar con Madrid, pero dejándoles seguir.

Hasta la mitad de la carretera de Navacerrada no hubo novedad, viendo allí que la Sierra estaba ocupada y encontrándose a un miliciano que les hizo parar, de buen aspecto y educado, interrogándoles donde iban; repitió que iban por orden del Gobierno, pero en vista de que el Puerto estaba ya ocupado dijeron que iban a tomar La Granja; el miliciano le manifestó que no podrían pasar porque creía habían volado ya el Puente de la Venta de los Mosquitos, que hay después de las siete revueltas, pidiéndole una pistola al declarante, que dijo que no se la podía dar poruq era todo el armamento que llevaba propiedad del Estado; entonces el miliciano dijo que se adelantaría en un coche ligero para tratar de que suspendiesen la voladura del puente si ésta no se había llevado a cabo aún.

Un poco más arriba, en el cruce con la carretera del Sanatorio vió al Comandante de Ingenieros Valencia, con unos milicianos y un Teniente de Artillería, creyéndolo todo perdido, pues supuso habían sido descubiertos, unido esto a que había un avión volando por allí en plan de observación. Pasaron ante el citado Comandante sin parar, pero poco después éste les adelantó en un coche ligero que paró algo terciado en la carretera con el fin de obligarles a detenerse, siendo un momento muy difícil para el declarante por creer no podía engañar al Comandante Valencia como lo había hecho con las milicias. Le explicó lo mismo que al miliciano, añadiéndole que no comprendía como había ordenado el Gobierno volar el Puente de la Venta de los Mosquitos y al mismo tiempo les mandaba pasar a la Granja; Valencia, que era el Delegado del Gobierno, precisamente para la voladura en aquel sector, le dijo que no sabría si podría pasar, pues ya se habían hecho las zanjas y que las estarían cargando para llevar a cabo la voladura y que les acompañaría para ver el modo de arreglar el asunto. Se subió en el estribo del camión en que iba el declarante sin querer en modo alguno sentarse dentro. Llegados al puente, bajó el declarante ordenando a unos milicianos que cerraran la zanja para poder pasar, asintiendo el Comandante Valencia.

Mientras se hacía esta operación, notó que el miliciano con quien había hablado en la carretera, que parecía era el responsable del sector, hablaba con otros, que el camión de la dinamita y otros coches que había en el puente no los quitaban y que aquello tomaba mal cariz, en vista de lo cual se acercó al citado miliciano decidiendo regalarle la pistola que llevaba y aquel, entonces, le propuso que se quedase con ellos, porque él tendría más conocimientos técnicos; tuvo que comnvencerle que tenía antes que ir a la Granja para tomarla por sorpresa, y que por tanto, tampoco le podían acompañar, como le propuso, las milicias, pues al no llevar éstas uniformes, los descubrirían antes, ofreciéndoles que en cuanto dominaran aquel punto le enviaría un cabo y dos soldados con la contraseña que había regido la noche antes en Madrid de "Asturias nº 1". Al oir ésto, cambió por completo el panorama y ya todo fueron facilidades, quedándose allí el Comandante Valencia y continuando la ruta sin novedad.

Pasada la pradera, el Coronel se adelantó en un coche ligero patra explicar a las Fuerzas de la Guardia Civil, que se sabía había en La Granja, la situación y evitar derramamiento de sangre. Fué detenido el coche por una avanzadilla y, aclarado todo, entraron escoltados por la Guardia Civil en medio del mayor júbilo en La Granja hacia las diez de la mañana del dia 21.

Momentos despues llegó un camión con milicias que les debía ir siguiendo de cerca y que se dió cuenta del engaño, siendo rechazados a tiros, que fueron los primeros disparos desde su salida; seguidamente llegaron las Autoridades de Segovia y, ya de acuerdo con ellas, marcharon allí dejando guarnecida La Granja, con fuerzas de la Unidad.

Llegaron todos los camiones de la Expedición menos uno en el que iban el Capitán RICARDO SALAS, los Tenientes BÁRCENAS, SÁNCHEZ AGUILO y ARBEX, que parece ser sufrió una avería a poco de salir de El Pardo y tuvieron que volverse, no explicándose como no se tuvo conocimiento en el camino pues en todas las paradas se recibieron sin novedad los avisos de bocina fijados con el fin de evitar estos incidentes.

Ratificase, previa lectura, firmando con S.S. Doy fe.

Firma y rúbrica, Rafael Martínez Maldonado.

(Rúbrica UNO ilegible), (Rública DOS ilegible)