Archivo Histórico Nacional, Madrid. Legajo 1517, Expediente 1.

DECLARACIÓN DEL TESTIGO LUIS BARBEITO LAURA.

(Folios 264 al 266 de la Causa General, folios 20 al 24 del Ramo nº 12)

En Madrid a nueve de Mayo de mil novecientos cuarenta, ante este Juzgado compareció el testigo anotado al margen, el cual fue enterado del objeto de su comparecencia, de la obligación que tiene de decir verdad, y de las penas en que incurre el reo de falso testimonio, siendo promesa con arreglo a su clase, y

Preguntado por las generales de la Ley, dijo: Llamarse como queda dicho, de treinta años de edad, de estado soltero, natural de El Ferrol del Caudillo, de profesión Capitán Ingenieros Regimiento Transmisiones, que ... ha sido procesado, y con domicilio en Barquillo nº 35, y que no le comprenden las demás.

Preguntado, manifiesta: Que se encontraba destinado con la graduación de Teniente desde 1933 en el Regimiento de Transmisiones de El Pardo.

La persona de quien en el Regimiento se recibían instrucciones y consignas era el Capitán Anel, que actuaba como enlace y cree tambien realizaba análogos servicios el Teniente Vega. Desde las elecciones de Febrero se formó un grupo muy activo y entre los que más se destacaban en la propaganda eran los Tenientes Vegas, BÁRCENA DE CASTRO, en unión del citado Capitán Anel. Con ocasión del entierro del Alférez de la Guardia Civil, Sr. Reyes, en el mes de Abril de 1936, fué casi toda la Oficialidad, en lugar de ir al servicio que, cumpliendo órdenes superiores, les había fijado el Coronel, a pesar de lo cual éste les acogió luego muy bien.

El Jefe de la Unidad, Coronel Carrascosa, era incondicional del Alzamiento, siendo entre todos los demás Jefes el más destacado y que más confianza inspiraba a la Oficialidad D. Enrique Gazapo; tenían ambiente izquierdista el Teniente Coronel Hernández Vidal y el Comandante Leandro Garcia González; solo el Capitán Bugallo y algún Oficial, que eran francamente izquierdistas, aprovechando estar en uso de permiso, no se incorporaron en el momento del Alzamiento en contra de lo que hicieron otros Oficiales que a pesar de estar en uso de permiso, ante la inminencia del Movimiento.

Se aprovechaba el servicio, establecido de Radios y ópticas por el Regimiento en la guarnición de Madrid, para comunicarse la Oficialidad con la de las distintas Unidades. Con el fin de tener un contacto con los Oficiales del Regimiento de Artillería a caballo, que eran los que más confianza les inspiraban, se organizó un partido de fútbol entre Oficiales, celebrándose luego una merienda en la que reinó gran entusiasmo y aprovechando esta entrevista para cambiar impresiones sin llamar la atención del Gobierno.

En la tarde del 16 ó 17 de Julio de 1936, se reunieron varios Oficiales con el propósito de asaltar la "Quinta", finca en la vivía Azaña, sabiéndose la fuerza de protección que allí había y su distribución por informes facilitados por el Teniente de la Guardia Civil de El Pardo, pero consultada la Superioridad por el Teniente Vega se les negó la oportuna autorización.

El dia 17 se empezaron a captar los radios que pasaba el Gobierno a la Escuadra ordenándoles servicios de bombardeo y las primeras proclamas y noticias del Alzamiento en África. Al oir por algunos de los Jefes del Alzamiento, la tropa acudió al patio dando vivas y mostrando gran entusiasmo. El Comandante Maldonado les dirigió unas palabras diciendo que tuviesen confianza en los mandos.

El dia 18 se detuvo algunas milicias recogiéndolas armamento y cree que se llegó a realizar un registro en la Casa del Pueblo. También salieron con el fin de llevar repuestos de óptica hacia el Campamento los Tenientes Rodríguez Cobos y PRADOS, que no pudieron incorporarse de nuevo al Regimiento.

El dia 19 ó 20 se recibió un telegrama por radio del Coronel CAÑEDO ARGÜELLES, Jefe del Regimiento de Artillería a caballo, en el que decía que estaban sublevados, que les estaban bombardeando y acababa con un "¡Viva España!"; el Coronel le respondió con otro en términos similares.

Las noticias de Madrid eran confusas, siendo la idea dominante en el Regimiento que no podían admitirse como ciertas las que circulaban de rendición.

Uno de estos dias, no recuerda cual, estuvo Largo Caballero a ver a su hijo, que era soldado en el Regimiento; enseguida se pensó por los Oficiales el detenerle, yendo el Capitán Anel a ver al Comandante Gazapo para pedirle autorización, viniendo en el entretanto el Teniente Coronel Hernández Vidal diciendo que no debía hacerse, pues en aquel momento no era más que un padre que venía a ver a su hijo, y cuando bajó el Capitán Anel, ya se había ido.

Sabe llamaron de Madrid, no sabe si de la División o del Ministerio, para comunicar oficialmente lo que había ocurrido y para decirles que no pusieran resistencia al Gobierno, pues era inútil provocar más derramamiento de sangre. El Comandante García González, que fué el que habló una de las veces, les dijo que no sabía hasta que punto tenían derecho a llevar a la gente a un sacrificio estéril, a lo que contestó el declarante, que por eso precisamente, por haberse derramado sangre de sus compañeros era cuando el compromiso se hacía más fuerte, saliendo de Banderas el citado Comandante ante la actitud de la Oficialidad. Este Sr., al iniciarse la marcha, les dió palabra de honor de que sabría cumplir con su deber y que tenía verdadero interés en demostrarlo, quedando restablecida la armonía y dándose la mano.

Por el falangista Luis Sobredo, amigo personal del declarante, que se presentó allí, supo la certeza de lo que se decía que había ocurrido en Madrid.

En la tarde del dia 20 hubo una reunión de Capitanes, cree que con los Jefes, en la se tomó la decisión de no salir del Cuartel por el momento y que al día siguiente iría a Madrid un Oficial y se enteraría de modo cierto de lo ocurrido. Cuando oyó el declarante esto, en Banderas ante la Oficialidad, dijo que creía que no se podía perder un minuto y que había que salir al campo a defenderse, habiendose pensado en Torrelodones, por las condiciones del terreno, pero sin que llegase a prosperar esa idea. El Teniente Guzmán les propuso salir los dos con una sección de voluntarios para unirse a las fuerzas del General MOLA, que por la radio supieron venía sobre Madrid; fueron a decíselo al Capitán de Cuartel, estando presente el Teniente Coronel Hernández Vidal, que les hizo ver, despues de escucharles, que no debían dividirse; pero convencido por los argumentos que le expusieron añadió que pensaba igual y que iba a consultar al Coronel, alegando los presentes que no hacía falta consultar más y marchando a avisar a sus compañeros para preparar la marcha.

El Teniente Coronel Hernández Vidal fué al Cuarto de los Suboficiales diciéndoles que se había acordado salir a unirse a las Fuerzas Nacionales y que el que no quisiera ir no fuese, pero que esperaba que no les hicieran traición. A las Suboficiales en general se les creía en buena disposición, pero sin tener mucha confianza y a pesar de que ninguno dijo nada, en el camino les hicieron traición el Brigada García Malo y el Sargento Quirós. La tropa, unos trescientos solamente a causa de los permisos, en general estaba muy bien pues se había procurado desarraigarla de Madrid, organizándoles festivales de Cine y Deporte en el Regimiento y procurando adquirir presigio personal con ella, como lo demuestra la disciplina que observaron en la marcha, a pesar de las invitaciones que les hacían las milicias. Los Capitanes, en términos similares a los que empleó el Teniente Coronel con los suboficiales, se dirigieron a las Compañías, preparándose enseguida la marcha llevándose todo el armamento y municiones.

Sobre las tres de la madrugada arrancó el convoy de camiones de la Unidad cortándose previamente las comunicaciones con Madrid. Al llegar a Colmenar estaba ya la gente del pueblo levantada y cortada la carretera y cree fué el Comandante Maldonado el que lanzó la idea, que se llevó cabo, para poder marchar sin incidente, de que eran fuerzas del Gobierno; en todo el camino les paraban coches con milicias rojas pidiéndoles explicaciones sobre la marcha, subiéndose muchas veces milicias en las camiones, que decían a los soldados desconfiasen de la Oficialidad, pero sin que a pesar de ello se produjese ningún acto de insubordinación.

Antes de Torrelodones, creyendo les esperaría fuerzas del Gobierno, se paró el convoy, saliendo de exploración un coche ligero continuándose al ver libre el camino. En la subida al Puerto los milicianos les recibieron con gran entusiamo, avisándoles que se iba a cortar el puente que hay después de las siete revueltas, saliendo uno de ellos a avisar para que interrumpiesen la voladura; pero al llegar tuvieron que parar el convoy con el fin de que se arreglase el Puente para poder pasar. Durante esta parada se informaron del sitio donde se encontraban las Fuerzas nacionales y se convenció a las milicias que debían de quedarse ocupando las Alturas del Puerto, para cubrirles si tenían que retirarse.

Al llegar a Balsain, repostaron los coches y continuaron la marcha lentamente hacia La Granja, adelantándose antes del llegar el Coronel con un coche ligero, con una bandera blanca, que se improvisó con un pañuelo, y encontrando a unos Guardias Civiles en las afueras del Pueblo, les explicó que eran fuerzas afectas al Movimiento, acogiéndoseles con gran entusiasmo. A poco de llegar se sintieron unos disparos de ametradadoras, al parecer de un coche que les había seguido y que desapareció enseguida.

Ratificase, previa lectura, firmando con S.S. Doy fe.

Firma y rúbrica, Luis Barbeito Laura.

(Rúbrica UNO ilegible), (Rública DOS ilegible)