AHN. TS-R. Expediente 50.3. Folios 545 a 548.

Al margen: Segunda declaración del testigo capitán D. Eduardo Araujo y Soler.

En Melilla, a 6 de septiembre de 1921, ante el señor general de División, juez instructor, y el secretario que firma, compareció el testigo capitán D. Eduardo Araujo y Soler, para reanudar su declaración anterior, habiéndole advertido de la obligación que tiene de ser veraz y de las penas en que incurre el reo de falso testiminio, y después de prestar juramento con arreglo a su clase, se le dió lectura de su primera declaración, que figura inmediatamente antes de ésta.

PREGUNTADO si está conforme con la misma o desea rectificar algo, dijo que deseaba aclarar que las fuerzas de la columna de Kandussi no realizaban ejercicios de fuego, no obstante la orden general que los disponía, por mandato expreso de la Comandancia general, que transmitió al testigo el comandante Simeoni, de Estado Mayor, acordando mandar un croquis del terreno donde habían de efectuarse los ejercicios de tiro, para poder autorizarlos o no, según las condiciones del terreno. También desea hacer constar que cuando habló desde Batel con el teniente Vinder, que estaba en Quebdani, le preguntó que cómo no se habían retirado, contestando Vinder que al parecer se había recibido contraorden, y al preguntarle por la situación de aquel lugar, le dijo que el convoy de Quebdani a Sidi-Abdala tuvo que regresar a la primera de dichas posiciones por haber sido atacada por los moros en la aguada; que había llegado un herido de la posición de Timayast, que ya estaba ocupada por los moros, y que se preparaba en aquel momento una fuerza para ir a hacer una aguada en Dhar-Quebdani. 

PREGUNTADO por las referencias que tenga en cuanto a la defensa y suerte que hubiesen corrido las columnas y guarniciones de su regimiento, dijo que aun cuando sólo por referencias, pues desde el momento que salió de Batel perdió contacto con su regimiento, sabe que Kandussi, el mismo día 23 y poco después de las dos de la tarde, fue atacado por los moros, evacuándolo las tropas. También intimado Sbuch-Sbach para que se rindiera, su comandante, el capitán Verdiguier, negó a parlamentar, y por la noche salió sigilosamente, siendo su fuerza atacada y dispersa por el enemigo. Atacado Ishafen, se defendieron hasta morir todos, por lo que no hay noticias concretas de la forma en que ocurriera. De Sammar, dicen soldados llegados de allí, que el teniente Marcos Mir opinaba que teniendo agua, municiones y víveres y siendo una buena construcción defensiva permanente, podían resistirse allí hasta la llegada de refuerzos, siendo de opinión contraria el médico y el oficial de la Policía, sin que se sepa lo que después pasó, hasta que abiertas las puertas, salieron, siendo atacados por los moros, que aguardaban para entrar, y dispersándose la gente. De Terbibin tiene noticia de que se defendió muy bien, y al evacuarla las tropas, una traición de los moros hizo que las agredieran, dispersándolas y matando a muchos, entre ellos al capitán Irazazábal. Suerte análoga corrieron Tisinoren y Dhar-Busian, cayendo prisionera toda la fuerza que las guarnecía y que se había replegado a la primera de ellas. Sidi-Abdala fue evacuado, al parecer, por la orden dada por Dhar-Quebdani para que toda la fuerza de la posición marchase a Kadur, pasando por el Draá, cogiéndole la contraorden en marcha y habiendo matado al capitán y disperso las fuerzas el enemigo, que ya ocupaba Yaas-el-Baax, cabecera de la mía.

Dhar-Quebdani, al parecer, ordenó saliera la sexta compañía del tercer batallón a establecerse en unas casas que dominan la aguada, habiendo sido tan fuertemente atacada en esta posición, que murieron el capitán y un teniente, siendo heridos los otros dos, de los cuales, uno sólo pudo llegar a la plaza, así como escasa fuerza, pues la mayoría murió o ha desaparecido. Otra compañía se mandó saliera a la aguada, y antes de salir la primera sección totalmente, tenía seis bajas, entre ellas el oficial, lo que hizo se ordenara su repliegue en evitación de inútiles sacrificios. De Ulad-Aixa sólo se sabe que se defendieron, matando al capitán, sin que sepa detalles. Tisingan y Ras-Tikermin también se defendieron, corriendo análoga suerte. 

Todos estos hechos ocurrieron en la noche del 23 al 24, día en el que mantenía solamente Dhar-Quebdani. En este último punto se llegó a carecer de agua, habiendo reunido todos los líquidos que en la cantina había para beber de esta mezcla. El día 24 parece que se presentó un moro pidiendo pan para una compañía que tenían prisionera, pero a cambio de este favor reclamó 14 fusiles y municiones, suponiendo el testigo que se haría así. Parece que no hostilizaba el enemigo, el cual se limitaba a tener cercada la posición e impedir con el fuego que saliera nadie de ella. El coronel y los oficiales estaban en constante cambio de impresiones, y por referencias del telefonista, soldado de Ingenieros, sabe que se pasaron dos días y dos noches, hasta el mediodía del 24, llamando constantemente a todos los sitios elevados por medio del heliógrafo, sin obtener comunicación alguna. Esperaban inútilmente el paso de algún aeroplano, sin conseguirlo; en resumen, recibir noticias ni comunicación de clase alguna.

El día 25 se presentó un moro parlamentario con bandera blanca, al que acompañaban dos soldados nuestros, tocando en la corneta "¡Alto el fuego!", quien les dijo que si entregaban la posición no pasaría nada, pero que si seguían resistiendo matarían a los prisioneros que estaban en su poder, y que no iría fuerza alguna en su auxilio, porque los moros estaban atacando Melilla. Todo esto lo sabe por referencia. también le han dicho que en estos tratos se hicieron varios viajes del campo a la posición, sin llegar a un acuerdo, y que debía encontrarse en ésta Kaddur-Namar, puesto que al entrar los moros en ella, matando a sus defensores, se llevó al coronel y a varios oficiales, salvándolos de que corrieran la misma suerte.

PREGUNTADO acerca de su juicio sintético sobre los acontecimientos acaecidos en este territorio, de su insospechado alcance y consecuencias que deduzca en cuanto a la flojedad de la defensa del territorio y rápida decadencia de la moral de las tropas, dijo que lo atribuye exclusivamente a la escasez de fuerzas comparada con la extensión del territorio, que hacía que en el frente del Kert su densidad fuese de seis a siete hombres por kilómetro lineal, aunque se trataba de la única línea de apoyo. En Segangan, punto de arranque del tren que conduce a Melilla y base principal de aprovisionamientos de todo el ala derecha, donde existía numerosa población minera, sólo había de guarnición 12 hombres o pocos más, con un sargento y un puesto de Guardia civil reducido. 

También influyó, a su juicio, que se empleaban como tropas combatientes a las indígenas y se reservaban a las europeas, lo que tenía deprimidos a estos últimos en su moral. Al caer la posición de Abarrán ya se notaba una gran depresión en los ánimos, sobre todo por haberse llevado una batería. Aumentó este estado la pérdida de Igueriben, defendida por tropas españolas, y, por último, que al evacuarse Annual, que era la posición más fuerte del territorio, y morir el general Silvestre, sabiéndose la dispersión que se había producido en la retirada, los ánimos quedaron ya francamente deprimidos. La evacuación de Dar Dríus debió aumentar el decaimiento, al ver que todas las posiciones de vanguardia, retaguardia y flanco de Quebdani ardían y sólo quedaba defendiéndose ella.

En tal estado se dió por terminada esta declaración, que leyó el testigo por sí mismo, deseando hacer constar en ella que insiste en que todos los hechos posteriores a su regreso de Batel a Melilla los conoce únicamente por referencias más o menos fidedignas, pero no por ciencia propia, por lo que no asume responsabilidad de ninguna clase en esta parte de la declaración. Hecha esta salvedad, se afirma y ratifica en el contenido de ella en descargo del juramento prestado, firmándola con el señor general instructor, de todo lo cual certifico.

Eduardo Araujo. (Rubricado.)
Juan Picasso. (Rubricado.)
Juan Martínez de la Vega. (Rubricado.)