AHN. TS-R. Expediente 50.3. Folios 518 al 520.

Al margen: Declaración del testigo alférez don Lisardo Perez García.

Al centro: En Melilla, a 3 de septiembre de 1921, ante el Señor General Juez Instructor y Secretarion que firma, compareció el testigo anotado al margen, a quien se le advirtió de la obligación que tiene de decir verdad y de las penas señaladas al falso trstimonio, siendo juramentado con arreglo a su clase, y

PREGUNTADO por las generales de la ley, dijo llamarse don Lisardo Pérez García, ser alférez de la Guarcia Civil, mayor de edad y de estado casado.

PREGUNTADO por el tiempo que lleva en este territorio, destino que desempeñaba y tiempo de residencia en Nador, dijo que llevaba en el territorio un año y dos meses, que era jefe de la línea de Segangan, con residencia en Nador durante todo él.

PREGUNTADO lo que advirtiese por razón de su destino o confidencias que tuviese, que ¿explicara? la anormalidad de la situación del territorio o actitud sospechosa de los naturales, dijo que ni él ni nadie notó nada concreto y determinado, pero que pocos días antes de los sucesos, desconfiaban ya de la kábila, aunque sin fundamento racional y solo por un íntimo presentimiento.

PREGUNTADO por la forma de presentarse los sucesos en el territorio de su demarcación, dijo que el veintitrés de julio por la tarde, se veía llegar gente de Anual y contaban que les tiraban tiros los moros en el trayecto hasta Nador. Entonces el teniente coronel del Disciplinario los llamó a todos los oficiales y mandó a la Guardia Civil a la iglesia, donde se establecieron, preparados con una caja de municiones. Transcurrió la noche sin novedad y a las siete de la mañana del día veinticuatro, oyeron tocar retirada, y con la fuerza de la Guardia Civil salieron de la iglesia, reuniéndose con el teniente coronel en la carretera, junto al telégrafo. Allí aguardaron que la población civil evacuaron el poblado y cuando el jefe vió que no quedaba nadie, ordenó que marcharan a la fábrica de harinas. Una vez allí, empezaron los moros a tirotearles, defendiéndose las fuerzas desde las ventanas.

PREGUNTADO si para la evacuación del poblado medió orden o apremio del Comandante militar, dijo que lo ignora por haber estado en la iglesia, ignorando también si se hicieron incendios en el poblado.

PREGUNTADO en qué forma vió parar a las fuerzas que se retiraban del frente, dijo que recuerda hicieron noche en Nador, enfrente de la iglesia, unos artilleros que venían a las órdenes de dos oficiales, con el ganado y el atalaje, pero sin cañones. En lo demás no se dió cuenta por su situación en la iglesia y ser de noche.

PREGUNTADO para que continúe narrando las fases para la defensa de la fábrica, dijo que al entrar en ella el teniente coronel dividió la furza, poniendo una sección en cada piso, correspopndiendo al declarante, con la Guardia Civil, la defensa de la planta baja. Por este lugar atacaron la primera noche con mayor brío que por los demás, rechazándolos con éxito la fuerza. En la noche siguiente, les pusieron cartuchos de dinamita, haciendo una brecha en la pared, por la que cabrían dos hombres, y por ella les echaban las bombas de man; pudieron tapar esta brecha al día siguiente con una plancha de hierro que encontraron. Las demás noches atacaron también, aunque con menos brío.

El treinta y uno empezó el enemigo a cañonearles y se vió bien pronto que el edificio iba a derrumbarse, cogiendo a sus defensores. Entonces los moros enviaron un parlamentario a proponer la rendición, consultando el jefe con todos los oficiales presentes, que les dijeron hiciese lo que mejor le pareciera, pues iban a morir sin provecho; pero que si exigían que entregaran las armas, que de ninguna manera las de los oficiales. Así se pactó, evacuando la fábrica a las doce del día dos de agosto, llevándose primero a los heridos y salieron después la tropa ya desarmada, y por último el jefe con el resto de la oficialidad. Todos marcharon al Atalayón, sin ser hostilizados por el enemigo.

PREGUNTADO si considera irremediable la capitulación y fueron debidamente agotados los medios de la defensa, dijo que consideraba irremediable la capitulación, porque si hubieran permanecido un día o dos más en la fábrica, la hubiera tomado el enemigo, o por mejor decir, destruido; que no les quedaban víveres, siendo escasas las municiones; la tropa estaba cansada por la falta de alimento y como de fatiga; los heridos se morían todos por falta de medios de asistencia.

PREGUNTADO si recuerda algún hecho meritorio realizado por la fuerza a sus órdenes, dijo que el guardia Manuel Alcuardra hizo salidas con la obscuridad de la noche para poder tirar mejor al enemigo, manifestando un buen espíritu. Los demás guardias se comportaron todos a satisfacción del declarante.

PREGUNTADO qué ha sido de los demás poblados de su demarcación, dijo que de Segangán y del poblado de la Minas de Uisán, salieron el día veintitrés para la plaza los moradores civiles en los trenes del día, quedando allí el puesto de la Guardia Civil, que cogieron los moros con la familia del cabo, y posteriormente devuelto. Las fuerzas del campamento de Segangán habían sido llamadas al frente de operaciones con anterioridad, quedando únicamente un teniente con muy pocos individuos, ignorando de qué arma. Al teniente lo vió el día veinticuatro pasar por Nador, preguntándole el declarante por la fuerza del puesto de San Juan de las Minas, y le dijo que les había mandando retirar.

PREGUNTADO si tiene algo más que añadir, dijo que no.

El Señor General Instructor acordó en su vista dar por terminada esta declaración, que leyço por si mismo el testigo, afirmándose y ratificándose en su contenido en descarga del juramento prestado y firmándola con el Señor General Juez Instructor, de todo lo cual certifico.-

Lisandro Pérez García. (Rubricado.)
Juan Picasso. (Rubricado.)
Juan Martínez de la Vega. (Rubricado.)