AHN. TS-R. Expediente 50.1. Folios 216 a 222.

Al margen: Declaración del capitán Don Manuel Gil Rodríguez.

Al centro: En Melilla, el día diez y nueve de agosto de mil novecientos veintiuno, ante el Señor General, Juez Instructor, y el infrascrito Secretario, compareció el testigo anotado al margen, a quien se advirtió de la obligación que tiene de decir verdad y de las penas en que incurre el reo de falso testimonio, enterado de las cuales, prestó juramento según su clase, y:

PREGUNTADO por las generales de la ley, dijo llamarse Don Manuel Gil Rodríguez, ser capitán del Regimiento de Infantería de África, número sesenta y ocho, mayor de edad y de estado casado.

PREGUNTADO si se encontraba en la posición de Telatza el día 22 de julio y desde qué fecha, y en caso afirmativo, que describa sus rasgos más salientes, valor táctico y estratégico, dijo que era jefe de la posición del Zoco del Telatza y encargado del depósito de víveres de su regimiento desde el diez y seis de noviembre de mil novecientos veinte, constituyendo con su compañía la guarnición fija de aquella, puesto que las demás fuerzas que en el Zoco había formaban parte de la columna móvil, que tenía su centro en la posición. El testigo entiende que el citado campamento estaba batido, careciendo de pararrayos, estación radio, plano, sin foso, y otras varias condiciones que de momento no recuerda, y su situación en general era muy defectuosa, porque estaba batida por el enemigo por casi todas partes en su perímetro y también en el interior. Carecía de aguada, de la que había de proveerse en los pozos de ¿Erxxxla? (Afsó), a dos horas y media de la posición.

PREGUNTADO por las fuerzas que guarnecían la posición y elementos con que contaba según su apreciación, y tiempo que gradúe pudiera sostenerse, dijo que la guarnición se componía aproximadamente de mil fusiles, cuatro piezas de Artillería, cuyo calibre ni modelo recuerda y sí que el material se hallaba en mal estado, según opinión del teniente que lo mandaba, quien llegó a enterar al testigo de que solamente podía considerarse en condiciones de utilizarse una pieza, como ocurrió en el momento preciso de la defensa; una compañía de ametralladoras de África, incompleta por tener una máquina en la columna de Annual, como ocurría también con diversos elementos, entre ellos ganado, que se había facilitado a la referida posición avanzada. Había también una sección de Caballería de Alcántara, de unos veintidos caballos, al mando de un sargento, y que desempeñaba con anterioridad el subalterno don Fernando del Campo. A fines de junio hubo dos escuadrones, al mando del comandante Zaragoza, que poco después se llevaron a otra parte, cree recordar que salieron el veinte de julio. Demás había los servicios auxiliares de Telegrafía, Intendencia y Sanidad. Respecto a la duración de una defensa, opina que las municiones que tenían podrían durar dos horas de fuego intenso; el agua existente duró hasta el día veinticuatro de julio, sin posibilidad de rehacer la aguada, ni facilitarla a las posiciones inmediatas, que debía ¿omitir?. Las existencias de víveres eran tan escasas, que tuvo que reducirse las raciones de pan a la mitad y de rancho a un solo plato, en lugar de los tres que antes se daban. En resumen, considera que la posición no estaba en condiciones de resistir un ataque enérgico del enemigo.

PREGUNTADO si conoció las órdenes que tuviese el jefe, así para la defensa como para la retirada en caso de necesidad y conducto por donde las conocía, dijo que no debía existir orden alguna, por cuanto el deponente se hizo cargo como jefe de la circunscripción, por ser el capitán más antiguo, en los días del mes de diciembre en que el jefe salió mandando las fuerzas a operaciones, y no tuvo conocimiento, ni se le hizo entrega, de orden alguna, no creyendo se hayan recibido con posterioridad.

PREGUNTADO por las novedades que pudiera haber observado con anterioridad al ataque de la posición, que denotaran la agitación del campo y sucesos que se avecinaban, dijo que tuvieron ocasión de conocer por noticias particulares del sargento jefe de la estación telegráfica, la pérdida de Annual, con el general Fernández Silvestre, coronel Morales, teniente coronel Llanera y coronel Manella. También el capitán Alonso, de la Policía, les dijo el día veintitres que Dríus y Batel estaban en poder del enemigo, según confidencias de indígenas. Respecto a la posición, la primera novedad que ocurrió fue la detención del camión correo y desarme de los ocupantes, acaecida el día veintidos, noticia comunicada por el teniente Cascante, de la Policía, y jefe de la posición Sidi Yagub. Este mismo día les fueron cortadas las comunicaciones telefónicas, no pudiendo por ello recibir nuevas noticias. Ocurrió esto al mediodía. El día veintitres fueron atacados Reyen-Lao y Haf, en dirección de Dríus al Zoco, y Tazarut-Uzay, próximo a la frontera francesa.

PREGUNTADO por el ataque de la posición, defensa y órdenes que para ello diera el mando y vigor con que se efectuara, dijo que al observar que el enemigo caminaba hacia el campamento del Zoco, dispuso el teniente coronel jefe de las fuerzas se tocase generala, pasando todas las unidades a ocupar su puesto en el parapeto, que cubierto por toda la fuerza, quedaban algunos claros. El testigo, con los oficiales a sus órdenes, tomó puesto en su compañía, viendo perfectamente la colocación y empleo de una ametralladora, emplazada en la entrada normal del campamento, además de una pieza de Artillería, que fue colocada por la parte que mira al campamento de la Policía. Todo esto ocurrió, próximamente, a las seis de la tarde del día veinticuatro; momentos antes se retiraba una compañía europea, que había guarnecido el campamento de la Policía, es decir, protegiendolo desde el alto del Morabo, y que fue enviada allí dos día antes. Al salir la Policía siguiendo el movimiento, el testigo pudo observar con sus gemelos desde el parapeto, que la casi totalidad de la mía tomaba el camino del enemigo, haciendo defección, cuando a los pocos instantes llegó el capitán Alonso con el resto de la mía, quien manifestó que los tenientes Salama y Benito siguieron a los indígenas, con ánimo de reducirlos, no habiendo vuelto a saber nada de ellos. La fuerza de la mía incorporada se reducía a su capitán, alférez San Martín, teniente médico, sargento Cerezo, dos cabos, tres asistentes europeos y unos diez soldados indígenas. Desde este momento se generalizó la defensa, continuando las fuerzas en el parapeto, sin retirarse del mismo hasta la evacuación, llegando además a hacerse fuego por descargas, a causa de que el enemigo se acercaba a las alambradas. Sucesivamente, la posición de Tazarut, por óptica, pedía auxilio; Loma Redonda con sus supervivientes, que eran aproximadamente veintisiete soldados y el capitán, se incorporó a Sidi-Alí, autorizados por el jefe, los que obedeciendo orden del mismo, se repelgaron al campamento del Zoco, al mismo tiempo que las posiciones Sidi-Alí y Ben-Hidur, aproximadamente a las dos de la madrugada del día veinticinco, dejando muertos y heridos abandonados. Según refirió el capitán que mandaba Loma Redonda, el enemigo cercaba la posición, por lo que hubo necesidad de abrirse paso a viva fuerza para penetrar en ella. En la defensa y hasta el momento de comenzar la evacuación, solo tuvo en su sector conocimiento de haber muerto el soldado Miguel Cabrera, de su compañía, en el botiquín.

PREGUNTADO por las razones que determinaran la evacuación y forma en que se efectuó, dijo que en Consejo de defensa, previsto en el Reglamento de Campaña, se acordó por unanimidad la evacuación de la posición, apreciando el deponente al dar su voto, que los moros entrarían con facilidad en Melilla, toda vez que en el tiempo que lleva en el territorio, unos veinte meses, consideraba estaba la plaza indefensa; el sostenerse unas horas más en la posición traería como consecuencia la pérdida total de la misma, hombres, armamento, municiones, etcétera; además, al salvar un núcleo de individuos y de armamento, se prestaría un buen servicio a la Patria, toda vez que el número de fusiles que se salvase se restaría al enemigo. Estando incomunicados, y sorprendidos de no haber visto aparato alguno que volase sobre ellos, interpretaban más la gravedad del caso, llegando a pensar que el mando pudiera tener deseos de dar orden para la evacuación de la posición y carencia de medios para ordenarlo.

En tal crítica situación, el jefe dictó órdenes para la retirada. Se había pensado realizar ésta por Afsó, evitando el peligroso desfiladero de Teniat-el-Hamara, para tomar el llano del Garet y tratar de aproximarse a Melilla; pero prevaleció en el ánimo del jefe la opinión de emprender la marcha por el camino alto de Tazarut hacia la zona francesa, aconsejado por Sidi-Mohatar, el fraile de la mía, que les era adicto y les sirvió de práctico en la retirada. Este moro les dijo, además, que sospechaba que fuertes núcleos enemigos les aguardaban en el camino de Batel, que era el normal de salida de la posición. El capitán Alonso, que tenía confidencias, opinó la conveniencia de utilizar el camino citado, a pesar de tener que marchar por zona enemiga y quizá tener que entablar combate con la harka, formada en la zona de Ain-Zorah, próximo a Tazarut-Uzay.

Se efectuó la retirada, saliendo del campamento a las tres y media de la madrugada del día veinticinco, observando las prevenciones del jefe, marchando de a cuatro, con filas abiertas, sin hacer ruido ni fumar, a pesar de estar el campamento tiroteado, creyendo que el enemigo no se dió entonces cuenta de la salida a causa de una densa niebla que resultó muy favorable. En el momento de la salida, mataron al cabo Espinazo, de la compañía del deponente. Recuerda que en la columna de retirada iba en vanguardia la tercera compañía del primer batallón de África, no pudiendo precisar el orden sucesivo de las demás unidades, solo sí que la compañía del declarante ocupaba el penúltimo lugar, cerrando la retaguardia la primera del segundo y, además, los caballos del Alcántara. Después de conseguir la salida del campamento, se hizo la marcha con relativa facilidad unos diez kilómetros, favorecido, como queda dicho, por la niebla. Cuando recorrida la distancia amanece, y se ven sorprendidos por la presencia del enemigo, procedente del Zoco, alcanzándoles primero la Caballería mora, y a continuación los indígenas a pie, teniendo que entablar combate, que al poco tiempo se generalizó más, por consecuencia de que el enemigo de la zona de Ain-Zorah se sumó al primero, ocasionando a la columna muchos muertos y heridos, que no pudieron recogerse.

El camino penetra en un valle, que llamaron del cuadrilátero, por su configuración rectangular, y cuyo fondo recorre. La fuerza, que como se ha dicho, marchaba en columna de viaje con hileras abiertas, seguía el mismo con las hileras de la derecha, en tanto que las izquierdas faldeaban el valle a media ladera, para ganar la salida, reunirse y seguir la marcha de la columna. En este rodeo de las fracciones izquierdas, vió el testigo separarse a mulos de las ametralladoras y otros individuos desmandandos, que aunque llamados por sus jefes, revolvieron a las misma zona de que venían, extraviándose. Las ametralladoras, según le dijeron después, fueron inutilizadas antes de abanonarlas. La columna sostuvo fuego en el valle bastante tiempo y así subió la vertiente opuesta, continuando en estas condiciones hasta llegar a la avanzadilla francesa de Hassi Uenzga, sin cesar en el fuego, y en este trayecto de la retirada perdió la mitad de la fuerza de que se componía.

PREGUNTADO si considera que fuera o no posible recoger a los dispersos y herdios y abandonados, dijo que cree no sería posible conseguir coger a los heridos que quedaban en el campo; había carencia total de elementos y el combate fue duro, entendiendo que si se intentara recogerlos, quedaran todos en poder del enemigo.

PREGUNTADO por el comportamiento y estado moral de la tropa durante la defensa y retirada, dijo que interpreta estaban muy impresionados al enterarse de las malas noticias provinientes de posiciones inmediatas; el estado de cansancio, ser reclutas en su mayor parte, y pesar sobre ellos toda clase de servicios, muchos de éstos ajenos a la técnica militar, cuales son construcción de barracones, pistas, etcétera. Respecto al comportamiento, también decaidos, porque contaban con recibir refuerzos en la posición y su falta les produjo desaliento.

PREGUNTADO si tiene que poner de relieve algún hecho meritorio o reprensibles que haya llegado a su noticia, dijo que solamente debe mencionar el buen comportamiento de las posiciones de Haf, Arreyen-Lao y Taxarut-Uzay, las cuales sucumbieron en casi su totalidad por no poderseles facilitar auxilios de clase alguna, que con anterioridad habían sido pedidos, o autorizarse con anterioridad su repliegue. El testigo opina que si se hubiera hecho la retirada veinticuatro horas antes, al darse cuenta exacta de la situación en que el campo se encontraba, se hubiera podido salvar la casi totalidad de la columna, compuesta de unos mil quinientos hombres, incluyendo en ellos a las guarniciones de las demás posiciones de la circunscripción.

Y no teniendo más que decir, el Señor General Instructor dispuso dar por terminada esta declaración y, advertido el testigo del derecho que le asiste para leerla, renunció a él, leyéndola yo, el Secretario, despues de lo cual se afirma y ratifica en su contenido, en descargo del juramento prestado, firmándola con el Señor General Instructor, de todo lo cual certifico.

Manuel Gil (Rubricado).
Juan Picasso (Rubricado).
Juan Martínez de la Vega (Rubricado).