AHN. TS-R. Expediente 50.10. Folios 2295 vuelto y siguientes.

Excmo. Sr.:

Don Juan Picasso González, general de División, juez instructor de la presente información, tiene el honor de exponer a V.E., como resumen de las actuaciones, lo siguiente:

XI

RETIRADA A ARRUI

Perplejidad: órdenes de evacuación.

En consecuencia con la decisión adoptada por el general segundo jefe, en el campamento de Dríus prevínose, a las cuatro de la madrugada del 23, que se iba a abandonar la posición, adoptándose por las distintas fracciones las disposiciones consiguientes a su ejecución; pero atendiendo, fundamentalmente, a las indicaciones recibidas del Alto Mando, de que queda hecho mérito, a las ocho se dió contraorden en el sentido de permanecer, y últimamente, como a la una y media, se decide perentoriamente la evacuación, cediento, sin duda, a la presión de las circunstancias.

Causas determinantes de la retirada.

Manifiesta el capitán de la 11ª mía de Policía de Beni-Said, González-Longoria - folio 503 vuelto -, que en las primeras horas de la mañana del 23, desde la cabecera Yarf-el-Baax, adonde había regresado en la noche anterior, se puso en comunicación con Dar Drius, donde ya sabía que estaba el general Navarro, participándole que la posición de Axdir Asú había sido ocupada por el enemigo, como asimismo que continuaba éste atacando a Tunguntz; lo que unido a sus manifestaciones de la oche anterior, de considerar desesperada la situación de la cabila y temer su inmediato levantamiento, y conocer después el general el ataque al convoy de Ichtiuen por la llegada de los figitivos de su escolta, serían todas consideraciones que harían entrar en su ánimo con sobrado fundamento el riesgo de ver comprometidas sus comunicaciones y aconsejar el partido de la inmediata retirada.

Órdenes al efecto.

Atento a las órdenes de evacuación, dice el comandante de Intendencia Armijo, jefe del depósito local de acumulación - folio 1.806 -, que llegado a Drius el general Navarro, conferenció e insinuó al testigo la posibilidad de que hubiera de abandonar Dríus a las cuatro de la madrugada, recomendándole previniera con toda reserva sus elementos para llevarse lo indispensable e inutilizar el depósito sin llamar la atención del enemigo en el caso de que tal determinaciónse adoptara, procurando no llegar el menor indicio a conocimiento de la tropa, pues la desmoralizaría completamente; dando también el general la orden de que a la citada hora acudiesen todos los camiones y vehículos para recoger y conducir a Batel los numerosos heridos y enfermos existentes en la enfermería.

Agrega el testigo que el núcleo de las tropas en retirada terminó de llegar a Dríus al oscurecer, y aun durante la noche se siguieron presentando rezagados.

Vacilaciones del Mando.

Continúa el testigo -folio 1806 vuelto- que el General vacilaba entre continuar en Dríus o retirarse a Batel; pero él, por su parte, como opinión personal, hubo de exponer la de mantenerse allí por la mayor capacidad del campamento, disponer de aguada y la gran cantidad de munición en él existente.

A las 4, el General dijo al testigo que se suspendía la evacuación en vista de la tranquilidad con que había transcurrido la noche, oyéndose sólo tiros sueltos; siguiendo en la indecisión hasta la una y media, en que el jefe de la circunscripción le previno por teléfono hacer los preparativos de inmediata marcha y consecutivamente, la orden formal de evacuar; avisándole, en este momento, el comandante Villar de la Policía, que ya las tropas estaban en marcha y ardía el campamento, con sorpresa del testigo que suponía no hubiese empezado aún la evacuación; teniendo que apostarse seguidamente aquel jefe, con los pocos policías que quedaban adictos, hacia la salida del puente del Kert, que el enemigo batía dirigiendo su fuego sobre las tropas en retirada.

El teniente médico D'Harcourt -folio 1108-, dice que la noche (del 22) pasó son novedad, y a la mañana siguiente le sorprendió la orden de que se preparase la evacuación del hospital porque se iba a abandonar la posición, "lo cual no podían esperar".

El sargento de San Fernando Martínez Salinas -folio 1672 vuelto- refleja también esta irresolución, manifestando que a eso de las 4 de la madrugada llamaron a los sargentos para decirles que se iba a "evacuar la posición" con objeto de que fuese cargándose la impedimenta; que a las 8 diose contraorden, descargándose los carros.

Repliegue de las fuerzas del circuito.

Entre tanto, iban recogiéndose al campamento las fuerzas replegadas de las posiciones avanzadas del sector. De nueve a diez, agrega dicho testigo, llegaron los restos de la columna de Cheif, que serían en junto de 200 á 300 hombres, a su apreciación, y que venían retirándose escalonadamente con algún tiroteo y para cuya protección se estableció en batería la eventual ligera en dirección de Cheif y salieron tres escuadrones de Alcántara en su apoyo.

Actitud del regimiento de San Fernando.

Sobre el mediodía se dió nueva orden de abandonar la posición, saliendo toda la fuerza en dirección al camino de Batel, quedando sólo en el campamento la de San Fernando, que arengada por el teniente coronel Pérez Ortiz, "diciendo no se abandonaría Dríus, acudió a cubrir el parapeto. Llegó entonces el general Navarro -agrega- que dijo al nombrado jefe que las circunstancias exigían el abandono de la posición, por lo que las tropas salieron del campamento", en la disposición que explica el testigo respecto de su cuerpo. En la retirada, manifiesta, que tuvieron ya que hacer frente a la agresión del enemigo y éste asaltaba la casa de Dríus.

El teniente médico Peña -folio 680 vuelto- confirma que fue conocida en el campamento la resolución de que la columna continuaría su retirada a Batel "si bien, parece, que la oficialidad de San Fernando hubiese preferido continuar allí la resistencia". Las comunicaciones con Batel -dice al folio 681- continuaban expeditas, haciéndose la evacuación de heridos en ambulancias y camiones a dicho punto. A las once de la mañana, sin embargo, tuvieron que salir los escuadrones porque el enemigo amenazaba la comunicación, y a la una de la tarde, en conclusión, hubo de disponer el general que se evacuara Dríus, operación que se hizo con el mayor orden.

Repercusión de la indecisión en Batel.

Esta indecisión y alternativa acusadas en las prevenciones del campamento se refleja, de igual modo, en las órdenes que se comunicaron a Batel, etapa de transición, relacionadas con el servicio de transportes, a tenor de la declaración del comandante de Ingenieros Fernández Mulero, inspector del servicio -folio 1454-; pues, como se suponía -dice- que escasearía la harina y cebada, dada la gran concentración de fuerzas en Dríus, a petición del jefe de Intendencia marcharon los camiones a Batel para volver cargados al día siguiente, aprovechando el retornar de vacío para transportar heridos y enfermos. Tras contradictorias órdenes dadas a Batel, que se traducen en la carga y descarga de los artículos que hubiera requerido la subsistencia de las tropas, de haber permanecido en Dríus, que la determinación última de replegarse hacía ya innecesaria y que los camiones hubieran debido, en su caso, conducir, salen éstos de vacío a las cuatro de la madrugada para Dríus, para regresar a las siete conduciendo enfermos y heridos, y hacen un nuevo viaje sin novedad.

Corte de las comunicaciones y asalto a los convoyes.

A las once se suspende la circulación por estar interceptado ya el camino por el enemigo, y cuando a las doce se considera restablecida por haber salido fuerzas de Alcántara a despejar la carretera, y salen algunos camiones para verificar nueva evacuación en Dríus, se ven obligados a retroceder a Batel por obstruir el enemigo el paso, no sólo con su fuego, sino barreando materialmente el tránsito. Los camiones que habían quedado en aquel punto cargan a última hora heridos; pero son asaltados en su viajes por el enemigo, que los avería, y acuchilla y remata bárbaramente a sus ocupantes.

También manifiesta el teniente coronel de Cariñola Ros -folio 1371-, cuando pretendía dirigirse a Dríus, el corte de la carretera en el Gan por el enemigo, hacia las 11:10 que hubo de determinar su regreso a Batel, con otros camiones que hacían el mismo camino, avisando a su regreso al general Navarro la concentración de fuerzas enemigas en dicho barranco.

El alférez Rey, de Hamuda, herido en la retirada de Cheif y hospitalizado en Dríus, dice al folio 1811, que evacuado en un camión el mismo día (23), al llegar al que llamaban río Seco, encontró una fuerte concentración de moros, incluso a caballo, por la derecha del camino, por lo que se vieron obligados a retroceder hacia Dríus, volviéndose antes de llegar a esta posición por advertirles que ya salía la Caballería de Alcántara en su protección, como en efecto hizo, destacando flanqueos por la derecha e izquierda de la carretera y otro grupo cerrando la marcha. A pesar de ello -sigue diciendo- el enemigo atacó los camiones que se adelantaron algo a la fuerza, asaltándolos y aun acuchillando a algunos de los heridos; que el camión en que iba el testigo fue volcado en la cuneta, y cogiendo una carabina se parapetó en él, tirando con el brazo izquierdo, que era el sano, consiguiendo causar bajar al enemigo que algo le contuvo, dando con ello lugar a la aproximación de la Caballería, que llegó al galope, despejando los flancos del camino. El testigo regresó a pie a Batel, donde fuer recogido en un automóvil rápido, que supone fuera el del general Navarro y último que pasó, pudiendo llegar a Tistutin, donde tiroteaba el enemigo, poco despues de las cuatro de la tarde, siguiendo en el mismo a la plaza sin otra novedad.

Por su parte, el comandante de Intendencia Armijo dice -folio 1807 vuelto- que con los dos camiones en que evacuaba la parte posible del depósito, ocupado el puente por el paso de las tropas, hubo de atravesar el Kert por el cauce para ganar la carretera, y cerca del paso del Gan; los moros apostados extremaban la resistencia al tránsito de los vehículos, que por orden superior se habían adelantado al paso de la columna, y especialmente por dos grupos de Caballería mora que a ambos lados del camino trataban de cortar el paso a los carruajes, incluso obstruyendo la carretera con una barricada, venciendo todos los cuales obstáculos y el cruce difícil del Gan, el camión del testigo pudo llegar a Batel. Había durante el camino recogido algunos heridos y encontrado los camiones asaltados por los moros con anterioridad, y habiendo rematado a los enfermos y heridos que conducían, y durante todo el trayecto tuvieron que defenderse con su fuego, incluso el testigo, armado de un fusil.

Acción de la Caballería de Alcántara.

Dice el capitán Chicote, de Al cántara -folio 1974 vuelto-, que luego de haber salido con su escuadrón, con apoyo de algún otro, varias veces a proteger el repliegue de las posiciones avanzads de Dríus, hubieron de salir más tarde los escuadrones a despejar el camino de Batel, pues, según noticias, el enemigo atacaba los camiones de evacuados; que el declarante marchaba en vanguardia con su escuadrón, con objeto de asegurar la posición de Uestía, lo que no llegó a efectuar por ocuparla fuerzas de Infantería; que siguió avanzando en unión de los dem´s escuadrones, sosteniendo nutrido fuego con el enemigo, bastante numeroso, que aparecía por todas partes, combatiendo las fuerzas a pie y a caballo, cargando repetidas veces, y que, conseguido el objeto, ordenose el regreso a Dríus, y al llegar a dos kilómetros de dicha posición, el declarante, que por la inversión del movimiento marchaba a retaguardia, recibió orden de dar media vuelta en dirección a Batel y despejar el camino a todo trance; que al primer momento no se explicó la orden; pero a poco pudo ver que ardía Dríus y que las fuerzas venían en retirada, en cual trayecto a Batel se presentó mucho enemigo por ambos flancos, batiéndolo los escuadrones, logrando rechazarlo y abrir paso a la columna.

El teniente Bravo, del expresado regimiento -folio 1380 vuelto-, dice que al dejar la aguada de Dríus, en que estaba de servicio, y seguir a la columna en marcha, hubo de prevenírsele se incorporase con su sección a la extrema vanguardia, donde iban los escuadrones duramente hostilizados, desde la salida de Uestía, por ambos flancos, los que hubieron de proteger y cubrir con su activa intervención; y el herrador de este Cuerpo Pavón, según testimonio unido al folio 2053, refiere la salida rápida de los escuadrones a Batel; que al rebasar de Uestía tuvieron que hacer dos de ellos combate a pie, en unión del de ametralladoras, para impedir que le enemigo se corriese en el intento de envolver la columna por aquel lado, prosiguiendo en su función de flanqueo todo el regimiento en demanda del Gan, donde el enemigo cerraba el paso.

Marcha de la columna.

En ejecución de la retirada dispuesta, emprenden las fuerzas, sobre las trece, la marcha en dirección a Batel, quedando las compañías rehechas de San Fernando cubriendo el parapeto para proteger la salida y marchar luego cerrando la retaguardia de la columna, como fuerza de Infantería que acusaba mejor consistencia.

Convienen las declaraciones en que el general Navarro salió de Dríus con sus tropas reformadas, aparentemente en buen orden, si bien su moral, cohesión y temple no pudiesen considerar muy firmes, como los incidentes de la marcha y su acción luego vienen a acreditar en el curso de la jornada. Recoge a su paso, como queda dicho, las pequeñas guarniciones de Haman y Uestía, sobre la derecha de la carretera, mas dejando sobre la izquierda la de Dar Azugaj, abandonada a sus propios medios, en la suposición de que cubriese aquel flanco. Ya a este tiempo hasbía debido caer Ichtiuen, que con aquel objeto pretendiese también conservar.

Avanzaron sin obstáculo las tropas hasta poco más allá de Uestía, donde empezó el tiroteo, hacia la altura del boquete de Sidi Alí, desde los accidentes que bordean la carretera, teniendo poco después en el trayecto el penoso encuentro de los últimos camiones asaltados que predispuso el mal espíritu y continente de la fuerza, y acreciendo la oposición del enemigo a medida que se aproximaban al río Gan, hubo de alcanzar a su paso la mayor intensidad, haciendo preciso el empleo de la Artillería, que se estableció sobre la misma carretera, obligando a adoptar otras disposiciones defensivas y a hacer intervenir la caballería de Alcántara, merced a cuya decidida u esforzada acción pudo ser abierto paso a la columna y proseguir ésta la marcha a Batel, aunque perdiendo su formación y continente.

Desorganización de la columna en el paso de Gan.

Vino, con efecto, esta dura refriega a desbaratar la inconsciente organización de la columna; pues, en consecuencia del conjunto de las declaraciones -folios 834, 1094, 1515, 1460, 1249 vuelto y 1674-, dedúcese que echándose las fuerzas sobre la derecha, fuera de la carretera, por la ocupación de ésta, y buscando el resguardode ella contra el vivo fuego que se hacía por la izquierda; amontonándose, primero, sufriendo muchas bajas en tal disposición, y cruzando luego el cauce del río Gan precipitada y desordenadamente, a la carretera cuyo badén de expresa, formar recodos que aumentaban la dificultad del paso, quedaron descompuestas las unidades, prontas en su falta de firmeza a la desmoralización, que, perdiendo la compostura y orden de marcha, mezcláronse y confundiéronse los elementos en forma tal, que fue imposible de todo punto para en adelante, en el curso de la turbulenta retirada, reconstituir sus desconcertados elementos, llegando a Batel en completa confusión a la caída de la tarde este aglomerado de gente, no asistido ciertamente el Mando del concurso, no en mucha, sino de la mayor parte de la oficialidad.

En este acosado paso del Gan se perdieron una pieza de la batería ligera y dos de montaña, aparte de ametralladoras y otros elementos de la deshecha columna.

Referencias sobre la marcha de la columna.

Dice el teniente de Artillería Gómez López -folio 834-, aunque sin acuerdo exacto en las horas, que a la tres de la tarde se emprendió la retirada de Drius: salió primero toda la Caballería, y después los camiones con municiones y muchos heridos, enfermos y despeados; marchaban a continuación varias compañías de Infantería y la batería eventual, a las que seguía, a bastante distancia, el general Navarro con su Estado Mayor, a la cabeza del grueso de la columna; seguía a éstos el testigo con su batería -primera de montaña- y a continuación el resto de la fuerza, cerrando la retaguardia el regimiento de San Fernando, consiguiendo que tras algún ligero obstáculo y transitoriadesviación, las tropas fueran entrando en la carretera, marchando en buen orden, empezando a poco a ser tiroteados por el enemigo desde muy corta distancia, al que se contestaba sobre la marcha. Que después empezaron a encontrar los camiones de heridos asaltados, tal como queda referido; que los muertos y heridos que la columna iba encontrando y sufriendo en su marcha eran recogidos y cargados en los mulos y armones, a pesar de la resistencia pasiva de la tropa a recoger los muertos, que hizo imponerse al general Navarro advirtiendo que mientras quedara un cadáver no pasaría la columna, requiriendo para ello la cooperación de los oficiales, que tuvieron, pistola en mano, que obligar a la tropa a recogerlos; pero que llegó un momento en que los mulos no pudieron con más, por lo que los heridos los tiraban al suelo para montarse ellos, fingiéndose algunos heridos para montar y cortando otros las cinchas de las cargas para subirse ellos. Todos estos hechos -manifiesta- desmoralizaron y desordenaron la columna.

En esto se llegó a la proximidad del Gan e hizo alto la vanguardia, y la batería eventual, asentada en la carretera, abrió fuego contra el enemigo que se mostraba por el flanco izquierdo, pero la aglomeración de gente que la rodeaba le dificultaba el tiro. Acentuó el enemigo el hacer fuego al hacer alto la columna, por lo que dispuso el general Navarro que se formasen guerrillas para abrir paso. Dio la orden al capitán Sainz, de Estado Mayor, saliendo bajo su mando algunos soldados a formarlas, aunque no sin protesta, pues decían "que fueran con ellos sus oficiales", quienes continuaron en la carretera protegiéndose entre los mulos contra el fuego enemigo. En esta forma pudo organizarse una guerrilla por la izquierda; el capitán de Artillería Blanco intentó sacar a los referidos oficiales, y, no consiguiéndolo, formó él solo otra guerrilla, que dirigió hacia la izquierda también. El referido capitán hasta entonces llevaba su batería completa y ordenada, pero al marchar con la guerrilla tiraron algunas cargas y se desorganizó un poco... El testigo afirma que tienhe seguridad de que las compañías donde ocurrió esto que narra no eran de San Fernando, ni cree que de África, entendiendo eran de Ceriñola. Tiene entendido -agrega- que en la retaguardia, que cubría el regimiento de San Fernando, se formaron también guerrillas. Cuerpos llevaban el mando de sus jefes propios -cosa natural-, que al advertirla el testigo, inclina a deducir consecuencias suspicaces respecto de los otros.

Al disminuir la hostilidad, estas heterogéneas guerrillas, constituidas por los más decididos, clases e individuos mezclados de diferentes Cuerpos, pudieron replegarse al grueso de la columna y continuarse la marcha. Al llegar el testigo a su batería encontró que mucha gente se acogía entre los mulos, aguardando la primera ocasión de montarse en ellos bajo pretexto de herida o enfermedad, haciéndose cargo de que se habían perdido dos cañones con todas sus cargas, pues para montar en aquellos las habían tirado a tierra... Al pasar el río y aumentarse el fuego, se desplegaron dos compañías, mandada, una, por un alférez, y otra, por un capitán.

El capitán del regimiento de Melilla, Almansa -folio 1094 vuelto-, queda manifestado cómo tomó puesto en la columna de evacuación en el punto inicial de marcha, en el puente del Kert. Esto mismo corrobora el teniente Méndez Vigo -folio 1515-, diciendo que a la salida del campamento estaba el capitán de Estado Mayor Sánchez Monge señalando orden para evacuarla, y aun cree recordar que también el capitán Sainz; pues aunque el teniente Bernárdez dice -folio 1460- que viera salir del campamento, sin concierto ninguno, unidades de diversas armas, siguiendo su movimiento y llegando al puente del Kert, punto en el cual aguardaron para entrar en la columna "sin que advirtiese que nadie diera prevenciones oportunas", queda desvirtuado el aserto por las anteriores manifestaciones, su misma espera y ser natural y consiguiente que no se descuidase principio tan elemental tratándose de un contingente de tropas de cierta cuenta, aunque alguna precipitación se imprimiera luego, como asevera el capitán Almansa -folio 1095-, al proseguir su narración, que dice fue atravesada su fuerza por una unidad a lomo, no sabe de qué Cuerpo, y otra montada de Artillería, a las que tuvo que dejar pasar.

Manifiesta el referido capitán que al emprender el movimiento vio que ardía la posición de Drius; que a los dos o tres kilómetros de ella emperazon a ser tiroteados, y al llegar a la zauia del Hach Amar arreció el fuego, siendo contestado por la columna que iba flanqueada a distancia por la Caballería y por guerrillas de Infantería más de cerca; que al pasar por algunos parajes muy batidos, la columna se desviaba, saliendo de la carretera, y en estos movimientos "hechos al paso ligero", emperazon a mezclarse y desorganizarse las unidades, aunque no por completo. Qu en esta forma, y bajo el fuego enemigo, llegaron al río Gan, que estaba seco y es un paso muy difícil, haciendo la carretera un zigzag, dificultad que fue aprovechado por los moros para concentrar allí su esfuerzo, lo que contribuyó a desconcertar por completo la fuerza, mezclándose y confundiéndose las unidades. Agrega que ni en el paso del Gan, ni en momento alguno de la marcha, recibió órdenes del Mando para efectuarla, aserto que, de no contraerse a esta primera parte de la marcha se contradecería con lo que luego manifiesta al decir de las que recibiera en justificación de su inexplicable fuga, con la parte de sus fuerzsas, cual se relatará a su tiempo.

Del Gan a Batel -prosigue diciendo- decreció el fuego, llegando a este punto al caer el sol, pero reconociendo que el estado de confusión de la columna hacía de todo punto imposible cualquier intento de reorganización, y que él, como uno de tantos, iba arrastrado por el tropel.

En parecidos términos reseña el teniente Bernárdez -folio 1460- el curso de la marcha, manifestando que al llegar al Gan, unas compañías, "al parecer en buen orden", trataban de contener al enemigo, rodilla en tierra, por haber alcanzado el fuego su mayor intensidad, mientras que las demás se desviaban a la derecha para resguardarse en el terraplén de la carretera y cruzar el río a la carrera, lo que desorganizó por completo la columna, llegando a Batel, donde estuvieron detenidos algún tiempo, descansado los individuos como media hora, y tratóse de reorganizar las unidades.

En forma análoga se produce el teniente Méndez Vigo -folio 1515-, relatando la marcha de la columna bajo el creciente fuego del enemigo, recogiendo al paso las guarniciones de Haman y Uestía, que la flanquearon por su lado derecha y alcanzando aquél su mayor intensidad en el paso de Gan, donde hubieron de desviarse a la derecha para cubrirse de él; que cree el testigo obedeciera "a lo batido que estaba el puente, y buscando el resguardo del terraplén de la carretera, cruzándose el cauce con bastante aceleración, que introdujo el desorden en la columna, mezclándose las unidades", encontrando, al llegar a Batel, al recontar las gentes de su compasñía, que faltaban ocho o diez hombres y una ametralladora, que se perdió en el paso del río.

Análogamente se expresan el alférez de Ceriñola Guedea -folio 1249 vuelto- y el sargento de San Fernando Martínez Salinas, cuyo regimiento cerraba la retaguardia; dice, al folio 1674, que en buen orden llegaron hasta el Gan, encontrándose en el camino bastantes cajas de municiones de artillería abandonadas, carros, impedimenta y ambulancias llenas de muertos; que en el río habían sido atacadas las fuerzas que le precedían por fuego procedente de la izquierda, lo que determinó desviarse a la derecha, la cual desviación tomó también la retaguardia, echándose fuera de la carretera, y en el paso del río toda la fuerza se hizo una masa, en la que el enemigo causó abundantes bajas. El general, con el teniente coronel Pérez Ortiz, de su Cuerpo, como a medio kilómetro del río, trató de reorganizar estas tropas de retaguardia, pues los que precedían habían llegado ya a Batel. Del Cuerpo del testigo -dice- se pudieron reunir como fuerza de tres compañías, "aunque sin organización", porque lo que faltaba correspondía a bastantes bajas y a otra gente "que, con apresuramiento, había adelantado ya hasta Batel". Y en este punto -dice- quedaban algunas fuerzas, viéndose a las demás seguir a Tistutin.

En similares términos se expresan infinidad de testigos, cuyos relatos sería prolojo resumir, mereciendo sólo mencionarse el del artillero del regimiento mixto Cesáreo Gracia Milla -atestado 107-, que dice que su batería -quinta- no llegó a Batel "ningún cañón y sólo alguna carga", siguiendo el capitán -Blanco- con los restos de la batería, montados dos o tres en cada mulo, y otros a pie, llegando a Arruí a media noche.

Actos reprobables y desmoralización de la retirada.

Corroboran el estado predisponente de las tropas a la desbandada, y su descomposición moral, algunos hechos que importa recoger.

Bajo este aspecto, dice el teniente de Artillería Vidal Cuadras -folio 1494-, que después de llegar a Drius e incorporar su escasa fuerza restante al Parque móvil, emprendió el regreso a la plaza en un camión, en unión de otros carruajes, y por más que recomendó al mecánico que no se adelantarse, siguiendo en pos de éstos, dejó atrás a la columna, que salía de Dríus ordenadamente, "aunque algunos soldados asaltaban los vehículos"; y entre otros accidentes que detalla, en cuanto al espectáculo de la carretera, cuenta el lastimoso estado en que encontraba al teniente don Ismael Ríos, de la columna de Cheif, que, evacuado, herido, sufrió en el asalto de las ambulancias por los moros hasta veintiocho heridas de arma blanca, dejándole por muerto, y al que hubo de acomodar en una camioneta de Ingenieros.

Dicho oficial, por lo demás, en atestado número 7, relata sus sufrimientos; y de las quejas que formulara por el impío abandono en que fuera dejado por algunos vehículos, a su paso por la carretera, desoyendo sus súplicas. Es de advertir fue pasado el tanto correspondiente a la Comandancia general en 26 de agosto del año anterior, a los efectos de justicia que fueran procedentes, por haber sido este acuerdo anterior al mandato de la Real orden telegráfica de 6 de septiembre siguiente.

El comandante de Ingenieros Fernández Mulero dice al folio 1454 vuelto de su declaración, que los camiones que habían quedado en Dríus se cargaron a última hora con heridos y enfermos; pero a poco de salir, "como ya las fuerzas iban en retirada muy desordenada" asaltaron los camiones, montándose hasta setenta hombres en algunos, por lo que volcaron, se les partieron los bastidores o se atascaron, siendo abandonados cuando en su marcha recibían fuego de los moros, y por fin, prescindiendo de ellos cuando los vieron inútiles: hechos deplorables que conoce y relata el testigo por referencias del sargento Melón, conductor del coche del general Navarro, que con ellos salió a última hora.

Cuenta Juana Martínez López, cantinera de Batel - folio 455 vuelto- que el día 23 de julio, después del mediodía, vio pasar numerosas tropas en desorden, que huían hacia la plaza, algunos hombres sin armamentos, y todos destrozados o desnudos; también iba Caballería de Alcántara, el quinto escuadrón y otros, mezclados, y mulos de Artillería. Pasaron en el Batel hasta que a la caída de la tarde aumentó la afluencia de fugitivos; por lo que todos emprendieron huída hacia Monte Arruí, refiriendo los demás pormenores de la suya, hasta lograr acogerse a esta posición, con vivo relato.

El vecino de Arruí, Verdú -folio 1718- dice que el expresado día 23 llegaban muchos askaris de la Policía con sus armas, a los que el capitán Carrasco, que la noche antes -consigna- había asumido el mando de la posición, dejaba marchar sin recogerles dichas armas, hecho que al declarante extrañó, atendiendo a la conducta que estas fuerzas habían observado, haciendo en su mayoría defección.

Al mediodía -continúa- pasó hacia la plaza un tren abarrotado de fuerzas, casi todas de Regulares, y algunos vagones de heridos... Desde la misma estación vieron venir la Caballería de dichas fuerzas, que venía con algún desorden. Después empezaron a pasar de todas procedencias tropas peninsulares en el estado más lastimoso, en completa desbandada, agotados y despeados en su mayoría, las que no traían armas.

Dejan a Batel las fuerzas de tránsito.

Prosiguiendo el comandante de Ingenieros Fernández Mulero el relato de los sucesos, dice al folio 1455 de su declaración que permanecía en Batel aguardando la aproximación de la columna, con los camiones llenos de heridos y enfermos y de corta población civil de la localidad, recogida, y mientras tanto, como iba llegando gente suelta, que se adelantaba al grueso de la retirada y esparcía la alarma con las noticias cada vez más terroríficas que daban, el pánico cundía, y los moros que ocupaban las jaimas próximas se marcharon y los de la Policía que guarnecían la torreta de Usaga y un grupo que subió a reforzarlos desertaban, viéndose ya al enemigo por las alturas haciendo fuego sobre la posición, aumentando el terror de aquella gente, determinó el testigo marchar con los camiones, como habían hecho todas las fuerzas de tránsito, quedando únicamente la pequeña guarnición.

Desaparición de Alcántara como unidad orgánica.

Siguiendo la marcha ulterior de los castigados escuadrones de Alcántara, dice el teniente Bravo -folio 1380 vuelto- que llegado al río Seco y cesado el fuego continuó a Batel como a las dos de la tarde, reuniéndose el escuadrón, al que el jefe de la posición mandó seguir a Tistutin, en donde, dijo, recibiría instrucciones del coronel de África, que allí debía hallarse; pero no encontrando a nadie al llegar a este punto, y viendo que el enemigo, agolpándose por ambos flancos, hizo una descarga y se corría con ánimo de cortar el paso en unas casas del llano de El Garet, salieron desplegados y a buen paso en demanda de Arruí, donde el coronel de África, allí estante, mandó se uniese el escuadrón a una columna de tránsito para la plaza, de ganado de Artillería, carruajes y mulos y personal de Intendencia para acompañarlos en su marcha a Melilla, debiendo el escuadrón quedar en Zeluán, como efectuó, llegando a la Alcazaba al oscurecer: si bien sea de advertir que el precitado coronel, cual más adelante se consigna, manifiesta al folio 313 vuelto de su declaración que la expresada fuerza de Caballería se marchara a Zeluán contraviniendo su orden.

El soldado del quinto escuadrón Florentino Moreno, en atestado 138, dice que después de las cargas que dieran en el paso del Gan, "mientras resistió el ganado", siguieron unos 25 caballos con el alférez Souza hasta Zeluán, adonde también llegaron al oscurecer.

El soldado Rafael Chaves, del segundo escuadrón -folio 1913 vuelto y atestado número 158- consigna que en las cargas que dieron en el camino para abrir paso a la columna, algunos hombres de su escuadrón, por pérdida del caballo, quedaron desmontados, por lo que hubieron de marchar incorporados a las tropas que se retiraban o solos, quedando rezagados, separándose del escuadrón, en tanto que éste, con la gente que aún restaba montada, puso seguir prestando el servicio de protección y llegar sus residuos también a Zeluán al anochecer, incorporándose después los rezagados de a pie y quedando algunos en las posiciones del camino como Arruí.

El herrador Pavón, en testimonio obrante al folio 2053, dice que llegados a Batel, donde pudieron dar agua y reponer municiones, siguieron a Tistutin, donde quedó el testigo con restos del quinto y segundo escuadrones, alojando en un almacén de esparto en unión de la batería ligera y haciendo servicio ordinario de parapeto hasta la salida para Arruí, cuya ejecución relata, entendiendo que del regimiento llegarían de 50 a 60 hombres solamente.

El coronel de este regimiento, D. Emilio Fernández Pérez -folio 499-, después de reseñar las acciones del regimiento -con algún error de concepto, explicable por lo reciente de su mando en la época de la declaración, 2 de septiembre-, manifiesta que las cargas fueron contínuas desde Dríus a Batel, sitio al que llegaron los escuadrones diezmados, y los que quedaron, extenuados de cansancio; que permanecieron allí con los restos de la columna del general Navarro, hasta que éste dispuso el repliegue sobre Monte Arruí. Ya los escuadrones habían perdido su organización -agrega-, resultando un aglomerado de fuerzas más que una unidad definitiva, y en esta disposición, la mayoría de ella se retiró a Zeluán, constituyendo indudablemente el mayor núcleo de los restos del regimiento, con los residuos del escuadrón de ametralladoras, en tanto que aparecen en Arruí los tres jefes, el capitán del precitado escuadrón de ametralladoras y lo que restase de los otros; reputando la actuación total del regimiento como gloriosa, cumpliendo con el más alto deber de la Cabllería de sacrificarse para salvar los otros institutos del Ejército y el honor de las armas.

BATEL - TISTUTIN


Incertidumbre de las órdenes que diera el Mando.

Disponiciones conocidas del general Navarro.

Posición de Batel.

Posición de Tistutin.

Inducción de los propósitos del Mando.

Disgregación de las fuerzas.

Acogida de fuerzas desorganizadas de Arrui.

Actos vituperables de la oficialidad.



ARRUI

Refuerzo de su guarnición.

Constitución de un destacamento de Artillería.

Defección de la 6ª mía de Policía.

Grado de disgregación de las fuerzas.

Situación de Batel.

Se repliega el general Navarro de Batel a Tistutin y ulteriormente a Arruí.

Sugiere el Alto Comisario la retirada a Arruí.

Duro trance de la retirada.

Pérdida de la batería ligera.

Dispersión de la columna de Cheif.

Marcha de Batel a Tisturin y Arruí.

Prosigue la marcha la fuerza de Arruí a Zeluán.

Órdenes que dice recibir la fuerza de Nador.



MONTE ARRUÍ


El enemigo asesta la artillería cogida contra la posición.

Repartición de la defensa.

Penalidades de la defensa.

Vicisitudes del asedio.

Curso de los sucesos.

Dificultades y peligros de la aguada.

Abastecimiento a beneficio de los aeroplanos.

Esterilidad de la resistencia.

Impresiones sucesivas del Alto Mando en orden a la defensa de la posición.

Pozo número 2 de Tistutin.