Este día los rifeños continuaron disparando los cañones sobre Monte Arruit, provocando la baja de uno de los héroes de Annual. El teniente coronel Primo de Ribera se encontraba en la zona destinada al Cuartel General cuando, al oír la señal de alarma, procedió a tumbarse en el suelo, y ya su mano tocaba la tierra cuando un proyectil le seccionó un brazo; el proyectil fue a estallar más allá, en un grupo de caballos próximo matando a ocho de ellos. El teniente coronel fue conducido de inmediato al cuarto destinado al depósito de víveres, donde estaba la única cama que había en la posición, propiedad del Auxiliar de Intendencia. Era una mísera estancia, completamente desmantelada, en que la única luz de exterior penetraba por una estrecha ventana abierta a gran altura en el muro, y en la que, para impedir la entrada del calor, se colocó una manta de soldado.
Al teniente coronel se le amputó el brazo sin anestesia, mordiendo un pañuelo y rogando al médico que acabase cuanto antes.
En Melilla el general Berenguer nombró al general de Brigada don Miguel Fresneda Mengibar como nuevo general Gobernador Militar de Melilla, recién incorporado a la plaza para este puesto.
El aparato de los capitanes Manzaneque y Carrillo sobrevoló la Alcazaba de Zeluán y el campamento de Monte Arruit por segunda vez, arrojando en ellas de nuevo varios paquetes con víveres y municiones.
El general Sanjurjo continuó las operaciones en el campo, llevando una columna de nueve batallones, ocho compañías de ametralladoras, dos escuadrones de Caballería, cinco batería de Artillería y dos compañías de Ingenieros para escoltar el convoy de aprovisionamiento a las posiciones de Sidi Hamed el Hach y El Atalayón, y emplazar en ella varias piezas de Artillería. La columna fue hostigada con fuego de fusilería a la altura de la Segunda Caseta, que obligó al general enviar parte de la tropa a desalojar a los rifeños de sus posiciones.
Este día llegaron ocho vapores trayendo más refuerzos a Melilla. Entre ellos se encuentra la Brigada de Húsares, que llegó con su jefe, el general don Miguel Cabanellas:
En su conferencia telegráfica con el ministro de la Guerra de las 13:50 horas, el general Berenguer le pidió más ametralladoras y artillería, y hasta mencionó la necesidad de contar con carros blindados en el momento del avance, ya se enfrentarían a un enemigo dotado de ametralladoras.
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