Victoria de Don Gonzalo Fernández de Córdoba, que logró la capitulación del ejército francés en el reino de Nápoles y por la que se ganó el título de "Gran Capitán".

Tras una rápida marcha de diecisiete días a través de territorio enemigo, Gonzalo Fernández de Córdoba se presentó ante los muros de Atella el 24 de junio de 1496 con tan solo 400 jinetes ligeros, 70 hombres de armas y 1.000 infantes escogidos. Allí le esperaban el rey Fernando II de Nápoles, César Borgia en calidad de Legado pontificio de su padre el papa Alejandro VI y Francisco II Gonzaga, duque de Mantua, general jefe de la tropas italianas de la Liga Santa. Dentro de la ciudad de Atella se hallaba el virrey francés de Nápoles, el duque de Montpensier, con una fuerza de unos 5.000 soldados.



Situación de Atella, al este de Nápoles.

Fernández de Córdoba examinó la situación y redistribuyó las tropas sitiadoras de la Santa Liga. A continuación decidió apoderarse de los molinos que abastecían de harina y agua a la ciudad. Para ello, el 1 de julio de 1496 atacó la fuerza de piqueros suizos y de arcabuceros y ballesteros gascones que los custodiaban. Los rodeleros españoles atacaron con tal brío y destreza que desorganizaron las filas enemigas y puso en fuga a los defensores, que fueron aniquilados en su huida por la caballería ligera española. La caballería pesada francesa salió de la ciudad en ese momento, pero las fuerzas españolas, organizadas de nuevo tras el ataque a los molinos, se enfrentó con éxito a la carga de los franceses, que acabaron retrocediendo y refugiándose en la ciudad.

Tras esta primera victoria, Fernández de Córdoba se apoderó de las fortificaciones que los franceses tenían guarnecidas rodeando y protegiendo la ciudad, entre las que encontraban las de Venosa y Ripa Cándida; ésta última estaba unida a la ciudad de Atella por un afluente del río Ofanto y que suministraba víveres a la plaza sitiada. Con estas acciones el cerco del duque de Montpensier se hizo más estrecho, de forma que éste pactó la entrega de la ciudad si no recibía refuerzos en un plazo de 30 días. En la capitulación se incluyeron las siguientes cláusulas:

  • Se incluian en la capitulación todas las plazas de Nápoles excepto las que gobernaba el Señor de Aubigny en Calabria.

  • Se facilitarían navíos para el traslado de los soldados franceses a Francia.

  • Se concedería indulto a los soldados napolitanos que habían servido en el ejército de Carlos VIII y que reconociesen al rey Fernando II como legítimo soberano de Nápoles en el plazo de quince días.

El socorro que esperaba el duque de Montpensier no llegó, de forma que cumplido el plazo se hicieron firmes las clausulas de la capitulación. Las plazas fuertes de Venosa, Tarento y Gaeta se negaron a capitular alegando no tener órdenes directas del rey de Francia. De los 5.000 soldados franceses que fueron repatriados en barco sólo llegaron vivos a Francia unos 500. El resto murió de epidemias durante el viaje. Entre los muertos se encontró el propio virrey, duque de Montpensier.

La victoria de Gonzalo Fernández de Córdoba sobre los franceses en Atella tuvo gran resonancia internacional, y al general español se le comenzó a conocer y llamar como el Gran Capitán.



  • César Silió Cortés. Isabel la Católica. Espasa-Calpe. Madrid, 1973. Página 345.

  • Academia de Infantería. Historia Militar. Segundo Curso, Guadalajara, 1945, página 160.