Planes para el alzamiento.
Tras las elecciones de febrero de 1936, el entonces Jefe del Estado Mayor del Ejército, general Franco, quiso que el gobierno saliente presidido por el señor Manuel Portela que decretara la ley marcial; para forzar la situación, envió un comunicado a todas las Divisiones Orgánicas instando a decretar el estado de Guerra. Así se hizo en Zaragoza, Valencia, Alicante y Oviedo, pero el resto no lo hizo y la proclamación fracasó. El nuevo presidente del Gobierno, don Manuel Azaña, alejó del poder a los generales que consideraba proclives a realizar un pronunciamiento; entre ellos se encontró el general Franco, quien fue destituido de su puesto en Madrid y enviado a las islas Canarias como comandante general. Antes de salir para las islas, en fecha tan temprana como el 8 de marzo, un grupo de once generales y un teniente coronel se reunió en Madrid para debatir sobre la necesidad de dar un golpe de mano que derribara el Frente Popular y restaurara el orden en la República:
General de División don Rafael Villegas Montesinos, de 61 años, vocal de la Sala Militar del Tribunal Supremo, antiguo jefe de la V División Orgánica de Zaragoza entre febrero de 1935 y enero de 1936.
General de División don Joaquín Fanjul Goñi, de 55 años, cesado por el Frente Popular y disponible forzoso en Madrid. Se había presentado a las elecciones por Cuenca y obtenido acta de diputado con 53.277 votos, acta que fue anulada por el Frente Popular el 1 de abril.
General de División don Francisco Franco Bahamonde, de 43 años, recientemente destituido como Jefe del Estado Mayor del Ejército y nombrado Comandante General de Canarias. Franco, sin rechazar la conspiración, no acabó de comprometerse. Una vez en Canarias, su comportamiento fue siempre indeciso y cauteloso, sin acabar de decidirse.
General de División don Manuel González Carrasco, de 58 años, recientemente reintegrado al servicio activo tras ganar un recurso ante el Tribunal Supremo; en 1932 había apoyado el golpe del general Sanjurjo, y en 1934 había participado sin permiso en un acto político.
General de División don Ángel Rodríguez del Barrio, de 59 años, inspector de la 1ª Inspección del Ejército, con sede en Madrid. En 1935 tuvo que ser intervenido de una dolencia grave. Su salud no era buena, y moriría de cáncer de estómago en noviembre de 1936 en Madrid.
General de División don Andrés Saliquet Zumeta, de 58 años, retirado tras acogerse a las reformas de Azaña.
General de Brigada de Infantería don Emilio Mola Vidal, de 48 años, recién nombrado gobernador militar de Pamplona y jefe de la 12ª Brigada de Infantería, tras su reciente cese como jefe de la Circunscripción Oriental de Marruecos, con su Cuartel General en Melilla, donde había permanecido seis meses escasos. Mola había sido enviado a la segunda reserva por el señor Azaña tras la fallida sublevación del general Sanjurjo, a pesar de no haber participado en ella, pero fue finalmente anmistiado en mayo de 1934, siendo destinado al Estado Mayor Central del Ejército hasta su nombramiento para Melilla en agosto de 1935.
General de Brigada de Infantería don Luis Orgaz Yoldi, de 50 años, separado del servicio y desterrado en Canarias por su participación en la fallida sublevación del general Sanjurjo.
General de Brigada de Caballería don Luis Miguel Llimia Ponte y Manso de Zúñiga, VIII Marqués de Bóveda de Limia, de 56 años, huido a Portugal desde su participación en el golpe del general Sanjurjo.
General de Brigada de Ingenieros don Miguel García de la Herrán, de 56 años; sin mando desde 1931, apoyó el fallido golpe del general Sanjurjo; encarcelado en agosto de 1932, fue amnistiado por el gobierno de Lerroux en 1934, pero quedando en Madrid sin destino.
General de Brigada de Infantería don José Enrique Varela Iglesias, de 44 años. Participó de coronel en el fallido golpe del general Sanjurjo con la misión de sublevar Cádiz. Tras su detención fue encarcelado, y en prisión conocería a personalidades carlistas, Manuel Fal Conde entre ellos, y leería libros sobre esta ideología. Como consecuencia, el coronel Varela se adhirió al carlismo y, tras su liberación de la carcel, supervisó la instrucción de las milicias navarras, que en primavera de 1936 sumaban unos 30.000 voluntarios. Reingresado en el ejército, en octubre de 1935 ascendió a general de Brigada.
Teniente coronel de Infantería don Valentín Galarza Morante, de 54 años; participó en el golpe fallido del general Sanjurjo y fue miembro fundador de la Unión Militar Española (UME). Estaba destinado en el Ministerio de la Guerra, en Madrid.
Los reunidos acordaron nombrar al general Rodríguez del Barrio como coordinador general del alzamiento y ofrecer al general Sanjurjo, exiliado en Portugal, la jefatura del movimiento. Fijaron el 20 de abril como fecha para el alzamiento. Ese día el coronel Varela debería hacerse con el control del Ministerio de la Guerra, el general Orgaz de la 1ª División Orgánica, y los generales Villegas, Fanjul y González Carrasco deberían actuar en Tarragona, Burgos y Barcelona respectivamente. La idea era hacerse con el control de la capital e irradiar el golpe hacia la periferia.
Pero llegó el 20 de abril y no ocurrió nada. Los conjurados fijaron el 11 de mayo como nueva fecha, coincidiendo con la ceremonia de juramento ante las Cortes del señor Azaña como nuevo presidente de la República, y nombraron a los generales Villegas y Fanjul como nuevos responsables del alzamiento. Tampoco el 11 de mayo ocurrió nada, y el general Mola, erigido como el Director del alzamiento, comenzó a emitir hasta un total de trece directivas e instrucciones dando normas de actuación concretas para llevar a cabo un plan de ocupación de la capital desde las guarniciones de la periferia, con cinco ejes de progresión y columnas de fuerzas sublevadas [01]:
- 3ª División Orgánica, sublevada en Valencia: debería enviar una columna hacia Madrid por la carretera general, por Tarancón.
- 5ª División Orgánica, sublevada en Zaragoza: debería formar una columna y marchar hacia Madrid por la carretera general, por Calatayud y Guadalajara.
- 6ª División Orgánica, sublevada en Burgos y sus guarniciones de Pamplona y Logroño: debería formar una columna, tomar el puerto de Somosierra, y ocupar Madrid desde el norte.
- 7ª División Orgánica, sublevada en Valladolid: debería formar una columna, tomar los puertos de Guadarrama y Navacerrada, y ocupar Madrid desde el norte.
- Tropas del Protectorado de Marruecos: deberían pasar el Estrecho desde Melilla y Ceuta. Las tropas de Melilla deberían desembarcar en Málaga para luego dirigirse a Madrid por Antequera, Lucena y Córdoba. Las tropas de Ceuta deberían desembarcar en Algeciras para dirigirse a Sevilla y Córboba. Unidas ambas columnas en Córdoba y sumadas las guarniciones de Cádiz, Sevilla y Córdoba, juntas avanzarían a Madrid por la carretera general por Bailén, Valdepeñas y Aranjuez.
Se trataba de un plan que basaba su éxito en la rapidez de los movimientos y la brevedad de la acción, calculada en un máximo de cuatro días, y en la suposición de que ni las tropas de Asalto, Guardia Civil y milicias de izquierdas ofrecerían resistencia ante la sorpresa y audacia de los sublevados.
No obstante, hubo intentos por parte de los militares implicados en la sublevación de evitarla, llamando la atención de los políticos en las consecuencias que podrían tener los contínuos desordenes públicos y estado general de agitación en España [02]:
- Mes de marzo: el general Franco visitó al presidente de la República, Alcalá Zamora, y al presidente del Gobierno, señor Azaña.
- Mes de abril: el coronel Aranda visitó al presidente del Gobierno, señor Azaña.
- 16 de abril: el general Mola escribió al general jefe de la 6ª División Orgánica, general La Cerda.
- 23 de junio: el general Franco escribió una carta al presidente del Gobierno, señor Casares Quiroga, que nunca fue contestada.
- Mes de julio: el general Goded intentó alertar a los poderes públicos, sin conseguirlo.
Clima de extrema violencia en España.
Para ilustrar el clima de violencia de España, digamos que desde el triunfo del Frente Popular en las elecciones del 16 febrero de 1936 hasta la fecha del alzamiento el 18 de julio en España estuvo vigente el estado de Alarma sin solución de continuidad. Entre el 17 de febrero y el 1 de marzo, durante los primeros trece primeros días del Frente Popular, hubo en España los siguientes incidentes, calificados por el general Pozas, director general de la Guardia Civil, como "manifestaciones de alegría republicana" [03]:
- 11 choques armados entre diferentes grupos políticos o con fuerzas de policía.
- 22 muertos y 112 heridos.
- 40 incendios y 85 asaltos a edificios, templos, centros políticos y periódicos.
- 50 atracos.
- 5 motines en cárceles y un número impreciso de asaltos a cárceles.
Un mes despues de las elecciones, el señor Azaña escribió las siguientes palabras en su diario; dos días antes el Gobierno había declarado que "el estado actual del orden público es satisfactorio" [04]:
"Hoy nos han quemado Yecla: 7 iglesias, 6 casas, todos los centros políticos de la derecha y el registro de la Propiedad. A media tarde, incendios en Albacete, Almansa. Ayer, motín y asesinatos en Jumilla. El sábado, Logroño, el viernes, Madrid: tres iglesias. El jueves y el miércoles, Vallecas... Han apaleado [...] a un comandante, vestido de uniforme, que no hacía nada. En Ferrol, a dos oficiales de Artillería; en Logroño acorralaron y encerraron a un general y a cuatro oficiales. [...] Creo que van más de doscientos muertos y heridos desde que se formó el Gobierno, y he perdido la cuenta de las poblaciones en que se han quemado iglesias."
El 15 de abril, la víspera del entierro del oficial de la Guardia Civil asesinado por unos pistoleros de izquierdas durante la conmemoración del 14 de abril, el líder monarquico señor Calvo Sotelo, en su intervención en el Congreso durante el debate sobre el estado del orden público, citó las cifras de desordenes ocurridos desde el 16 de febrero al 2 de abril, en tan solo mes y medio de gobierno del Frente Popular:
"... desde el 16 de febrero al 2 de abril, las violencias políticas han causado 74 muertos y 345 heridos, 73 centros políticos conservadores han sido asaltados o incendiados, así como 143 iglesias y decenas de domicilios privados, registros de la Propiedad, etc..."
El 16 de junio le tocó al señor Gil Robles citar en el Congreso el balance de disturbios desde el 16 de febrero, demostrándose con ello que la "alegría republicana" iba en incremento: 269 muertos, 1287 heridos, 33 periódicos de la derecha asaltados u dañados, otros 10 periodicos y 69 centros políticos destruidos, 113 huelgas generales y 228 parciales."
El 15 de julio las Cortes estaban cerradas, pero ese día la Diputación Permanente se reunió para debatir la prórroga del estado de Alarma en que vivía el país desde el advenimiento del Frente Popular en febrero. Gil Robles aprovechó su intervención para resumir las cifras de violencia del mes anterior: 61 muertos, 224 heridos, 74 bombas y varios arrasamientos de iglesias y centros políticos de la derecha; con estas cifras se llegó a los 330 muertos desde las elecciones de febrero.
Asesinatos relevantes.
Sobre las 22:00 horas del 12 de julio, unos falangistas según Paul Preston, o unos carlistas según Ian Gibson, asesinaron en la esquina de la calle Augusto Figueroa con Fuencarral al teniente Castillo, de 35 años, en venganza por el ataque que hizo el teniente el 16 de abril contra la comitiva del entierro del alférez de la Guardia Civil don Anastasio de los Reyes, asesinado dos días antes. Aquel día, el 14 de abril, durante el desfile conmemorativo del quinto centenario de la proclamación de la Segunda República, unos pistoleros de izquierda dispararon contra el alférez por haber increpado a un grupo de personas que abuchearon a la Guardia Civil cuando desfilaba delante de ellos. Su entierro fue motivo de controversia, pues el gobierno no quería convertirlo en ocasión de una manifestación contraria al Frente Popular y pretendía que la familia lo enterrase en la intimidad; pero sus compañeros decidieron darle el mayor realce posible y finalmente, el 16 de abril, llevaron su féretro a hombros por las calles de Madrid en dirección al cementerio de la Almudena, acompañado de numeroso público. El duelo fue objeto de diversos ataques con pistolas y ametralladoras, provocando disturbios, tumultos y varios tiroteos durante todo el trayecto. Finalmente, al llegar a la plaza de Manuel Becerra, fueron disueltos por las armas de fuego de un contingente de guardias de Asalto al mando del teniente José del Castillo Sánez de Tejada, ocasionando cinco muertos y treinta y dos heridos entre los miembros de la comitiva [05]. El teniente Castillo, miembro de la UMRA, había estado implicado en el golpe socialista contra la República en octubre de 1934 por negarse a reprimir a los obreros sublevados, y era el instructor militar de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), dirigidas por un joven Santiago Carrillo de 21 años.
Inmediatamente después, a las pocas horas, diversos jefes de policía exigieron al ministro de la Gobernación, señor Juan Moles, realizar una razzia contra elementos de la derecha en venganza por la muerte del teniente, a lo que el ministro no solo accedió, sino que les proporcionó nombres y domicilios donde actuar [06]. Además, en el cuartel de Pontejos de Madrid, se organizaron dos grupos para secuestrar y matar a Gil Robles y a Calvo Sotelo, los líderes parlamentarios de la derecha; estaban formados por varios guardias de Asalto, dos guardaespaldas socialistas de Indalecio Prieto, miembros de "La Motorizada", nombre de las juventudes socialistas madrileñas no integradas en las JSU, y otros dos milicianos socialistas afectos a Largo Caballero. El grupo que iba por Gil Robles fracasó, pues éste se encontraba ausente de su domicilio, de viaje. El grupo de Calvo Sotelo iba liderado por el capitán de la Guardia Civil don Fernando Condés, de 30 años, instructor de las milicias socialistas no integradas en las JSU, amigo personal del teniente Castillo y miembro de la UMRA. Vestido de paisano, entró en el domicilio de Calvo Sotelo, le conminó a acompañarle a la Dirección General de Seguridad, y le introdujo en una camioneta. Poco despues de emprender la marcha, sobre las 03:30 de la madrugada del 13 de julio, recibió dos disparos en la nuca que le mataron en el acto. Su cadáver fue abandonado en el cementerio del Este, hoy de La Almudena [07].
El asesinato de Calvo Soleto fue el detonante del inminente alzamiento, y el hecho que eliminó cualquier duda que tuviesen los implicados en el levantamiento. Posibilitó el acercamiento sin reservas de los carlistas y acabó de decidir a los indecisos.
El levantamiento.
El general Mola siempre pudo contar con la colaboración de la Falange en el levantamiento militar. Tras su detención el 14 de marzo de 1936 por haber roto los sellos del local de la calle Nicasio Gallego, cerrado por orden gubernamental, Jose Antonio envió una circular desde la cárcel Modelo de Madrid ordenando la colaboración con el ejéfcito en caso de grave alteración del orden público; el 4 de mayo redactó un manifiesto a sus militantes pidiendo su colaboración en caso de sublevación, y el 29 de junio envio una circular a las jefaturas territoriales y provinciales de la Falange sobre las condiciones para participar en el levantamiento. En ella se dice que la Falange participará en el levantamiento con sus propias unidades, mandos y distintivos; que podrá poner a disposición de los jefes militares del territorio hasta un tercio de sus fuerzas para engrosar las fuerzas militares; que espera recibir armas pesadas del ejército, y da instrucciones sobre los plazos y lugares de concentración de sus fuerzas. Tan implicada estaba la Falange en el levantamiento que el 16 de julio, Jose Antonio Primo de Rivera, prevenido de la inminencia del levantamiento militar, hbía enviado un ultimatum al general Mola: si en 72 horas la rebelión no se desencadenaba, la Falange la comenzaría por su cuenta en Alicante.
Los carlistas estaban en contra de la Segunda República y sus desmanes, por lo que no es de extrañar que el general Mola contase con ellos; además, necesitaba sus requetés para hacer que el levantamiento triunfase en Navarra. En 1932 el coronel don José Enrique Varela se hizo cargo de la jefatura de los requetés, a los que estructuró militarmente en tres unidades tipo: la patrulla, que se componía de cinco boinas rojas y un jefe; el requeté, que formaba una unidad tipo compañía de 246 hombres; y el tercio, que estaba formado por tres compañías. En enero de 1934 publicó la Ordenanza del Requeté, que era el código de conducta que debería guiar a los combatientes carlistas. El teniente coronel don Ricardo Rada y Peral, antiguo jefe legionario, en situación de reserva por aplicación de la "ley Azaña", y afiliado a Falange y posteriormente a la Comunión Tradicionalista, fue nombrado Inspector General de Requetés en mayo de 1935, y logró organizar y encuadrar a unos 30.000 voluntarios en toda España antes del levantamiento.
Sin embargo las negociaciones con los carlistas fueron más largas y complicadas de lo esperado. Su líder, don Manuel Fal Conde, había sido nombrado jefe delegado de la Comunión Tradicionalista por el pretendiente Alfonso Carlos de Borbón en diciembre de 1935. Los primeros contactos con el general Mola se realizaron en mayo; los carlistas pretendían alzarse bajo la bandera roja y gualda, restaurar la monarquía, suprimir los partidos políticos, adoptar la doctrina tradicionalista, y que la Comunión Tradicionalista tuviese el protagonismo en la dirección del nuevo estado, mientras que Mola planeaba una dictadura militar republicana y alzarse bajo la bandera tricolor. Ambos líderes se reunieron en el monasterio de Irache el 15 de junio, donde se limaron algunas asperezas, como la integración de los requetés en el ejército; pero las posiciones politicas estaban tan enconadas que el 1 de julio el general Mola calificó de inadmisibles las peticiones carlistas, el 9 de julio se produjo la ruptura entre Mola y Fal Conde y se canceló el levantamiento de Pamplona previsto para el 12 de julio. Pero el asesinato de Calvo Sotelo la madrugada del 13 de julio dispuso los ánimos al acuerdo y los carlistas aceptaron las condiciones del levantamiento, dejando en manos del general Sanjurjo las discusiones posteriores sobre el nuevo régimen.
A finales de junio los preparativos del alzamiento estaban prácticamente finalizados. Se supone que para entonces el general Franco debía haber dado su consentimiento para participar, porque el 1 de julio un tal Francisco Herrera, amigo personal de Gil Robles, el líder de la CEDA, visitó al general Mola en Pamplona con objeto de obtener su visto bueno para alquilar un avión que trasladase al general Franco desde Canarias hasta Marruecos, para ponerse allí al frente de las fuerzas levantadas.
El día 4 el financiero Juan March, instalado en Biarritz, entregó un cheque en blanco al marqués de Luca de Tena, propietario del diario ABC, para financiar la operación, y éste encargó a Luis Bolín, corresponsal del ABC en Londres, el alquiler del avión. Con el asesoramiento de Juan de la Cierva contrató a dos miembros del London's Authors' Club, el editor Douglas Jerrold y el espía Hugh Pollard, y un bimotor de Havilland D.H.89 Dragon Rapide con piloto, el capitán Bebb. El avión había pertenecido al duque de Gales y se encontraba en el aeropuerto de Croydon. En principio se pensó en un hidroavión, pero no encontrándose ninguno disponible la elección recayó en un avión modelo Dragon Rapide.
Para no despertar sospechas sobre el viaje, llevaba como pasajeros a un mayor inglés en la reserva, a su hija y a una amiga, a los que ofrecieron viajar gratis como turistas a Tenerife; se perdieron a la altura de los Picos de Europa y tuvieron que regresar a Biarritz para repostar gasolina, continuaron volando hasta Lisboa y posteriormente hasta las Islas Canarias, al aeropuerto de Gando en la isla de Gran Canaria, tras una escala en Casablanca, los turistas continuaron hasta Tenerife donde tenían que dar el extraño mensaje "Galicia saluda a Francia" a un médico.
El 12 de julio el avión ya se encuentra en Casablanca en espera de concretarse el día del pronunciamiento. Ese mismo día Franco envió un comunicado cifrado a Mola en el que planteó su retirada alegando "geografía poco extensa", lo que significaba que no se unía al plan por considerar que no se contaba con suficientes apoyos. Cuando le llegó el mensaje a Mola, montó en cólera y furioso tiró el papel al suelo. El general Sanjurjo sentenciaría: «Con Franquito o sin Franquito» el alzamiento va adelante. Finalmente, el día 14, después del asesinato de José Calvo Sotelo y la reacción que esta muerte causó en la derecha y en sectores del Ejército, Mola recibe otro mensaje de Franco que le transmite su decisión de unirse a la conspiración [08].
El 16 de julio el general Mola se entrevistó con su superior, el general de división Domingo Batet, en el monasterio de Irache. Preguntado sobre su participación en la inminente sublevacion, Mola negó la misma, dándole incluso su palabra de honor, cosa que convenció al general Batet, quien así informó al gobierno.
Tras varios retraso, el general Mola finalmente fijó el inicio del levantamiento para el 18 de julio a las 17:00 horas; pero los acontecimientos se precipitaron en Melilla, que se alzó en armas contra la República el 17 de julio, de manera que a las 21:00 horas la plaza estaba en poder de los sublevados.