HISTORIA MILITAR DE ESPAÑA
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GUERRA DEL ASIENTO CONTRA INGLATERRA (1739 - 1748)

ORIGEN DE LA GUERRA (La guerra de la oreja de Jenkins)

El origen de la guerra contra Inglaterra, denominada la Guerra del Asiento, tuvo su origen en la concesión que España fue obligada a reconocer a Inglaterra en el Tratado de Utrech del transporte de esclavos negros en monopolio a las costas americanas.

En efecto, Felipe V se vió obligado a reconocer a Inglaterra el derecho de asentar en monopolio un total de 144.000 esclavos, a razón de 4.800 por año y 33 pesos y medio por cabeza. Este tráfico duró hasta 1753, año en que dejó de ser monopolio británico por aplicación del Tratado de Aquisgrán para pasar a ser un tráfico libre a cambio de un pago de 40 pesos por "pieza"

Pero Felipe V fue también obligado a aceptar que Inglaterra enviase todos los años a los dominios españoles de Ultramar (Portobelo) un navio de 500 toneladas, conocido como el "Navio de Permiso o de Asiento", con objeto de traficar con sus mercancías. Este navío se convirtió en instrumento de contrabando, pues los comerciantes de Jamaica lo abordaban y lo recargaban de tal modo que el navío no parecía que transportarse 500 toneladas, sino cinco mil o más. De esta manera se denominada irónicamente al navío el "barco de las Donaides", pues parecía que no se vaciaba nunca.

Como resultado, las Antillas se llenaron de naves corsarias o piratas inglesas, francesas y holandesas, que seguían el comercio de esclavos y mercancías. La Corona española tomó tres medidas para proteger sus intereses en Ultramar:

  • Reforzar la escolta de sus flotas mercantes con naves de guerra.

  • La creación del Virreinato de Nueva Granada, con capital en Santa Fe de Bogotá, por Real Cédula de 1717 para la custodia y defensa de los puertos de Tierra Firme. El virrey don Jorge Villalonga consiguió del monarca la desaparición del virreinato en 1723, pero en 1739 volvió a ser erigido ante la creciente amenaza británica.

  • La instauración del derecho de "visita" en los barcos de "Asiento" británicos, confiscando todas las mercancías que no estuviesen registradas.

Inglaterra protestó enérgicamente por la introducción de la tercera medida, y la tensión entre ambos países fue elevándose paulatinamente. Tanto el rey Felipe V como sir Robert Walpole, primer ministro británico, pretendieron suavizar la tensión, pero ésta se agudizó cuando Giraldino, ministro plenipotenciario de España en Londres, declaró que España jamás dejaría de ejercer el derecho de visita en los puertos de las Indias. El Parlamento desaprobó la política española y aconsejó una réplica armada. Pero no todos los miembros del gobierno del rey Jorge II eran partidarios de la guerra contra España. El rey de Francia, Luis XV, medió en el conflicto y su ministro M. Fleury ofreció medios de reconciliación, que fracasaron.

Aunque el origen de la guerra se encuentra en la rivalidad comercial entre las dos potencias, la causa inmediata de la conflagración fue un incidente cerca de la costa de Florida cuando el capitán de un guardacostas español, Juan León Fandiño, interceptó el "Rebbeca", barco británico al mando de Robert Jenkins y le hizo cortar a éste una oreja. Después de esto le liberó con este insolente mensaje: "Ve y dile a tu Rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve".

Este hecho había sucedido en 1731. Jenkins declaró en 1738 en la Cámara de los Comunes y, como prueba, mostró el frasco donde conservaba su oreja. Este suceso enardeció a la opinión pública inglesa y dió lugar a que su Gobierno, presidido por su Primer Ministro Mr. Walpole, declarara la guerra a España presionado por comerciantes de la City que apetecían la conquista de nuevos mercados.

En abril de 1738 el embajador Benjamín Keene recibió en Madrid instrucciones de su gobierno para exigir a España una compensación por los daños ocasionados a los barcos británicos por la política de "visita" realizada por los guardacostas españoles. Según los británicos, entre 1713 y 1731 España había confiscaso ilegalmente unos 180 barcos mercantes ingleses. Las conversaciones fructificaron el 19 de enero de 1739 en la firma en el Pardo de un acuerdo que, al ser conocido en Inglaterra, ocasionó repulsas, desórdenes y dimisiones, pues no se estaba conforme con el contenido de las claúsulas del mismo ni con la cantidad económica que España ofrecía a pagar.

Coincidiendo con el acuerdo de El Pardo, Felipe V reclamó a 68.000 libras a la compañía británica que asentaba negros en Indias. La exigencia exitó los ánimos del Parlamento inglés, que ordenó a Mr. Keene reclamase la abolición del derecho de "visita" y ordenó a la flota británica que apostase una fuerte escuadra en Gibraltar para intimidar al rey Felipe V. El primer ministro Walpole no pudo refrenar el estado de opinión de su país, y pronunció la famosa frase "¡el mar de las Indias, libre para Inglaterra o la guerra!"

La guerra se declaró el 23 de octubre de 1739. Tres meses antes, el 4 de agosto, el almirante Vernon había salido del puerto de Portsmouth con una escuadra de nueve navíos con un plan de operaciones concreto para atacar las Indias españolas en el Caribe.





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